sábado, 28 de mayo de 2011

¿POR QUÉ FUE MOISÉS QUIEN ESCRIBIÓ EL GÉNESIS Y NO ADÁN, NOÉ O ABRAHAM?


Miembros de la Compañía Nacional de Ministerio
integrados en un gran  Presbiterio para ministras con
 los Dones del Espíritu Santo,, presididos por el
Apóstol Gabriel Sánchez Velázquez

Pregunta:
¿Por qué  fue Moisés quien  escribió Génesis y no Noé,  Abraham o Adán?
Porque la revelación de la Palabra de Dios se inicia a partir de la elección del pueblo escogido. Israel. Y dicho pueblo tuvo que pasar cuatro siglos y medio en Egipto mientras se reproducía y mientras los pueblos de Caná llegaban al clímax de su maldad para recibir el juicio de Dios.
De ese modo, aunque Dios trató personalmente con Adán, con Noé y con Abraham, fue hasta los días de Moisés, que Dios le ordenó escribir los libros sagrados del Pentateuco (para Israel LA TORÁ).
Por otro lado, hay que considerar que Adán, Noé vi vieron en una época en que no se había desarrollado la escritura. Y en los días de Abraham la escritura era muy rudimentaria todavía. Las lenguas semíticas son una      macro familia de lenguas afroasiáticas. Se desarrollaron sobre todo por Oriente Medio y el norte y este de África. Toman su nombre del personaje  bíblico Sem, el hijo de Noé, cuyos descendientes serían con base en la historia bíblica y la tradición, los pueblos semitas.
Hay testimonio de  escritos semíticos   de 5000 años de antigüedad.  Pero no se trata de una sola lengua, sino de muchas y con variantes entre sí. Actualmente se distinguen tres grupos básicos de lenguas semíticas: oriental, septentrional y meridional.
En el grupo Oriental está el Idioma Acadio usado dos mil años antes de Cristo y que dio origen a dos dialectos: El  babilonio que se habló al sur de la Mesopotamia y el adirio que se habló al norte de la misma Mesopotamia.
En la rama septentrional surgen el amorrita que usaron pueblo nómadas a partir de 1500 años antes de Cristo  y el ugarítico, que parece ser la forma más antigua del Cananeo, usado desde 14 siglos antes de Cristo.

Y en la rama meridional encontramos desde 1500 años antes de Cristo las lenguas cananeas, entre las que figuran desde mil quinientos años antes de Cristo: el Hebreo, el Púnic, el Moabita Edonita, y el amonita. Se escribieron originalmente en un alfabeto adoptado por los fenicios de una forma cananea anterior.

EL hebreo clásico o hebreo bíblico se habló en Israel y cubre unos mil años antes de Cristo, siendo su principal testimonio el Antiguo Testamento. Originalmente este Hebreo se escribió con el alfabeto cananeo fenicio, pero en el siglo IV antes de Cristo, los israelitas adoptaron del arameo el alfabeto “cuadrado” que se usa hasta el día de hoy para varios idiomas hebreos como el yiddish, el sefardí y el  judeo-arábigo.
Tomando en cuenta lo anterior, en el desarrollo de la escritura, nos daremos cuenta que ni Moisés escribió el Pentateuco en los caracteres del Hebreo que ahora conocemos, sino en caracteres  fenicios, quienes a la vez lo adoptaron de un pueblo cananeo anterior a ellos.
Finalmente, algunos por qué no son tan importantes si tomamos en cuenta que Dios es soberano, y en su tiempo y en su economía fue dando la revelación de las Escrituras.

LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL Y LAS IGLESIAS DEL APOCALIPSIS



Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez y Apóstol Esther Castro de Sánchez
junto con su hijo Gabriel, su nuera Eva y sus nietos Saraí y Gabriel

Pregunta: En el capítulo 9.20-27 del libro de Daniel se habla acerca de las setenta semanas. ¿Me podría explicar un poco sobre esto y si trae referencias con las siete iglesias del Apocalipsis?

Este pasaje de Daniel es indudablemente uno de los más importantes para el estudio actual de la Escatología (los acontecimientos finales).
El pasaje en sí, dice: “20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel,(A) a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.   22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.    23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.    24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.   25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.    26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.    27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,(B) hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”
Aquí Dios le muestra a Daniel que hay siete semanas, sesenta y dos semanas y una semana última.
Las siete semanas corren desde la salida del edicto de la reconstrucción de Jerusalem.   Respecto a la fecha del Edicto de Artajerjes, el erudito argentino Daniel Hammerly Dupuy nos da el siguiente dato:  “Gracias a la famosa cronología de los reyes de la antigüedad preparada por el astrónomo Ptolomeo, que confirma las fechas que marcan la duración del gobierno de numerosos monarcas, relacionándolas con diversos eclipses, sábese que el edicto del rey para reconstruir a Jerusalem entró en vigor hacia el mes de octubre del año 457 antes de la era cristiana.”  (Gestación y Nacimiento de un Mundo Mejor,  Tomo  II 1, Págs. 733,734.  Editorial Kier, Buenos Aires, Argentina, 1944.)
Y se trata de semanas de años. De años proféticos. Un año profético es de 360 días. Así que la reconstrucción de Jerusalén duró 49 años proféticos. Entre los líderes más preclaros estuvieron Esdras, Nehemías y Zorobabel y los profetas Hageo y Zacarías.
Desde que se restableció la vida normal de la ciudad con la muralla terminada hasta la muerte del Señor Jesús transcurrieron 62 semanas. Esto es, 374 años.
Entonces, vino la muerte del Señor Jesús.
Con la muerte del Señor Jesús se abre un paréntesis en el transcurrir de las setenta semanas. Ese paréntesis es para dar lugar a la ERA DE LA GRACIA, LA ERA DEL ESPÍRITU SANTO, o LA ERA DE LA IGLESIA.
Era cuya duración no fue revelada por Dios. Era que concluirá con el rapto de la Iglesia.
Cuando la iglesia sea arrebatada, entonces correrá la semana setenta de Daniel. Se trata de siete años, como el mismo Daniel lo menciona, de grande tribulación.
Si nos preguntamos qué relación tienen las setenta semanas de Daniel con las iglesias del Apocalípsis 2 y 3, la respuesta es sencilla, están caben dentro de la era de la gracia. Después de la semana sesenta y nueve y antes de la semana setenta.