jueves, 21 de julio de 2011

DOBLE Y TRIPLE PAPADO


Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez y pastores al momento de
un culto de lavamiento de pies.

Recuerdo cuando niño, que fui alumno de una escuela salesiana de Juan Bosco, la Escuela Primaria Tamariz Oropesa de Puebla; el director que era un sacerdote nos decía con frecuencia: “Niños, nunca olviden que Jesucristo puso a San Pedro como su representante en la tierra y que el actual papa es el sucesor de San Pedro, en una cadena ininterrumpida” Y claro, si eso nos dijeron de niños y lo hemos escuchado y leído en infinidad de libros una vez ya adultos ¿Cómo dudar que esta sea la verdad histórica?
Pero cuando uno tiene acceso a la información histórica, de cualquier fuente; y aún de las del Vaticano, despierta uno de ese cándido sueño y con rabia tiene uno que aceptar que los curas mienten y siempre nos han engañado con esas leyendas y dogmas sin respaldo histórico ni fundamento bíblico.
ROMA Y SUS PRIMEROS OBISPOS
Si uno va a la información oficial de la Religión Católico Romana, encontraremos que estos fueron los primeros papas pertenecientes al primer siglo de Cristianismo, por supuesto que esta y otras listas vaticanas son mitológicas y no históricas; compuestas a conveniencia siglos más tarde:
1. PEDRO (SIMÓN BAR JONA)
Nació en Bethsaida en Galilea. Recibió de Jesús la Suprema pontificia potestad de transmitir a sus sucesores. Instituyó el primer orden eclesiástico y la oración del Padre Nuestro. Arrestado quiso ser crucificado con la cabeza hacia abajo. Murió el 29 de junio del año 67.
2. LINO, TUSCANY (67-76)
De Volterra, elegido en 67. Murió el 23 de 76. Enterrado cerca de San Pedro. Creó los primeros quince Obispos. Ordenó a las mujeres de entrar a la Iglesia con la cabeza cubierta. Durante su pontificado fueron martirizados los evangelistas Marcos y Lucas.
3. ANACLETO (CLETO),
ROMA (76-88)
  Romano. Elegido en el 76. Murió en el 88 Mártir. Fijó las normas para la consagración de los Obispos. En el barrio Vaticano, cerca de la tumba de san Pedro, hizo construir un oratorio destinado a la sepultura de los mártires. Prescribió la forma de los hábitos eclesiásticos.
4. CLEMENTE I (88-97)
Romano. Mártir. Elegido en el 88, murió en el 97. Exiliado por el emperador Trajano del Ponto, fue arrojado en el mar con un áncora al cuello. Restableció el uso de la Confirmación según el rito de  Pedro. Empieza a usarse en las ceremonias religiosas la palabra Amén.
5.- EVARISTO
GRECIA (97-105)
Griego. Elegido en el 105. Dado que los cristianos aumentaban dividió la ciudad en parroquias. Instituyó las primeras siete diaconías que confió a los sacerdotes más ancianos y que dio origen al actual Colegio Cardenalicio.
La lista anterior es un ejemplo de cómo los curas  han hecho de las leyendas y sus invenciones una “historia” que solo ha sido real en sus imaginaciones.
¿Qué dice la Biblia de los primeros líderes del auténtico Cristianismo en Roma?
Si hubiera sido verídico que Pedro tuvo un pontificado en Roma de 34 años y que murió en el año 67; esto implicaría que cuando Pablo escribe su Epístola a los Romanos en el año 56, Pedro era “su santidad, el Papa” en Roma. Entonces Pedro debería presidir a todos los líderes de las iglesias en Roma.
Pero nada de esto que “sería vital” para el Cristianismo nos dice la Epístola paulina a los Romanos. En Romanos 16.3-16, se mencionan por sus nombres a los líderes de las iglesias en Roma: Priscila y Aquila, Epaneto, María, Andrónico y Junias, Amplias, Urbano, Estaquis,  Apeles, Herodión, Trifena, Trifosa, Pérsida, Rufo, Asíncrito, Flegonte, Hermas, Patrobas, Hermes, Filólogo, Julia, Nereo y Olimpas.

Aquí hay cuando menos 24 nombre de hombres y mujeres de Dios que estaban al frente de las diferentes congregaciones en Roma, a quienes Pablo les envía un saludo personal. Pero: ¿Y “Su Santidad San Pedro I” dónde quedó? ¿Será que Pablo cometió el gravísimo error de saludar a todo el mundo menos al Sumo Pontífice de “la Cristiandad”?

No se puede enviar un saludo a alguien aunque lo amemos mucho, si la carta va dirigida a gente de una ciudad, donde de sobra sabemos que no está la persona a quien desearíamos enviarle saludos. Eso es lo que pasó con Pablo y Pedro. Pablo sabe que Pedro no está en Roma, por eso no le envía saludos en esta epístola.

Es claro que en esos días existían varias congregaciones y se reunían en casas. Por eso Pablo envía saludos a los que se reúnen en casa de: Priscila y Aquila, Aristóbulo, Narciso, los hermanos que están con Acíncrito, Hermas, Patróbas y Hermes. Por los datos bíblicos anteriores, sabemos que cuando menos había cuatro congregaciones en la ciudad de Roma, además de los que se reunían en la misma casa del César.
Y en Romanos 16.7, vemos que en Roma, Andrónico y Junias presidían la Obra de Dios, en su calidad de apóstoles, los cuales eran muy amados de entre los otros apóstoles. No hay ni la remota idea de una jerarquía romana y menos la de un “Papa”.

Y es que como ya quedó dicho en un capítulo anterior, en general, ninguna iglesia local era guiada por un solo hombre, sino por un Presbiterio, (conjunto de ancianos, generalmente establecidos por los apóstoles y profetas)
PAPAS Y MÁS  PAPAS
La lista de “supuestos” papas asciende a 265, aunque oficialmente la Religión Romana solamente tiene 263 nombres, porque  Benedicto IX, reinó tres veces. Elegido en 1032, fue depuesto en 1044, recuperó el trono papal en 1045, año en que abdicó también, para luego regresar en 1047 y ser derrocado definitivamente un año después.
Si Benedicto IX fue el último Papa que fue destituido, no fue el único caso. Otros siete pontífices corrieron la misma suerte antes que él, entre ellos el Papa Silverio (536-537), que abrió la lista. Cinco abdicaron.
En total, 21 Papas murieron de manera violenta, algunos de ellos ahora considerados mártires estuvieron involucrados en violencias intestinas, y otros nueve murieron también bajo el tormento. Cuatro fallecieron en el exilio y uno en la cárcel. A esa lista se pueden añadir otros nueve pontífices que desaparecieron en circunstancias violentas;  seis fueron asesinados, dos murieron por las heridas en el curso de revueltas y uno por haber sido aplastado en el derrumbe de un techo.
Pero hay monumentos al ridículo en la historia de los papas. Con el caso singular de Benedicto IX ( 1032-1044) Fue un singular espectáculo, al ser elegido papa;  porque era un niño  de 12 años, que aún no había alcanzado la pubertad, de voz todavía inmadura, era el supremo legislador y dirigente de la Iglesia. Dicen los historiadores que fue una vergüenza para el papado, aun cuando era sobrino de sus dos predecesores.
Dos Papas fallecieron víctimas de pecados de glotonería: Pablo II murió en 1471 después de haber comido dos enormes melones, y Clemente XIV falleció en 1774 por una indigestión.
Pero hay dificultades para saber, quien “realmente ha sido papa” y quien no, porque muchos que actuaron como tales, y tuvieron la pretensión de ser verdaderos sucesores de Pedro resultan ser ahora, desde el punto de vista de la jerarquía romana que no fueron, entre otros: Nicolás I, Adriano II, Juan VIII, Marin ó Martin II, Benito X,  Alejandro II. En total, la Religión Católica sustenta que cuando menos 37 de los más conocidos, que fungieron como “Papas”, no son Papas, sino antipapas.
Queda la duda de si los 36 papas han sido asesinados y 13 encarcelados o desterrados fueron realmente o no auténticos sucesores de Pedro. 
GRAN CISMA DE ORIENTE DE 1378 AL 1417
DOBLE PAPA
A lo anterior, debemos sumar los problemas del doble y triple papado que la Historia prueba y comprueba.
Principiemos por describir el doble papado.
La lucha entre Roma y Aviñón desembocó en la manifestación pública de que las pretensiones de Roma, son solamente eso, pretensiones y que su fundamentación es tan frágil que pudo establecerse la sede papal en otra ciudad, sin que hubiera sucedido el fin del mundo.  El gran cisma, que dividió al catolicismo romano en dos bandos durante 39 años es sólo un ejemplo de lo que siempre ha sido la “una, única y Semper idem” iglesia. Desde 1378 hasta 1409 hubo 2 Papas: el de Aviñón; y luego el forzadamente re-establecido en Roma. Claro que como el imponer “papas” lejos de ser como blasfeman los cardenales diciendo que es el Espíritu Santo quien los elige; es asunto de fuerza militar, económica y política;   después, hubo tres papas de manera simultánea: el de Roma, el de Aviñón, y el de Pisa.
El Gran Cisma de Occidente, además de disminuir la autoridad ya harto menguada del Pontificado, rompe la mitad de la Iglesia Católica. Los fieles vivieron 39 años sin saber quién era el auténtico “Papa” porque ambos tenían a sus cardenales, tenían tiara papal, y decían poseer de manera verdadera las llaves “dadas a San Pedro”. El descrédito del Papado aumentó el poder de las Iglesias nacionales, del mismo modo que la debilitación de la idea monárquica pontificia produjo el triunfo de la idea conciliar en el gobierno de la Iglesia, al que se pretenderá dar, más que una forma republicana, una monarquía de tipo constitucional y federal. De hecho el Concilio de Constanza logró la reunificación sobre el postulado de una autoridad conciliar a la cual el Papa debería estar sujeto. Pero como lo veremos más adelante, una vez disuelto el Concilio, Martín V el “Papa de la unificación” no sólo ignoró los acuerdos del Concilio de Constanza, sino que pisoteó cualquier posibilidad de que el aspecto monárquico del papado pudiese ponerse en duda.
EL PAPADO SE TRASLADA A AVIÑÓN
Toda la historia de los Papas es igual. A veces reyes o acaudalados poderosos traían al Papa a raya, y a veces el Papa hacía que los reyes les besaran los pies. Para finales del Siglo XIII los Estados Papales y la misma Roma estaba acechada por varios partidos de Italia. En particular la familia Colonna atacaba a los Papas. En 1304, el Papa Benedicto XI tuvo que huir de Roma a Perugia, cerca de Asís, donde murió ese mismo año. Fue entonces elegido el Papa Clemente V en Perugia el 5 de junio, de 1305 y, como era francés, aceptó el ofrecimiento del Rey de Francia de trasladarse a Avignon que en aquellos tiempos era un territorio Papal adjunto a Francia.
El Papa tenía también otros motivos. Además de ser Roma muy peligrosa para el Papado por las amenazas que sufría, quería reconciliar a Francia e Inglaterra para que le pudieran ayudar en la cruzada a Tierra Santa. Las cosas se postergaron y no fue hasta marzo del 1309 que el Papa se fue a residir en Aviñón.
En la historia de la Iglesia Católica Romana, el Papado de Aviñón fue el periodo entre 1309 y 1377 durante el cual siete papas residieron en Aviñón:
              
Los dos primeros papas que vivieron en Aviñón, Clemente V y Juan XXII, consideraron a Aviñón como una estancia temporal y los dos últimos, Urbano V y Gregorio XI, querían volver a Roma. Urbano V se fue a Roma en 1369, pero regresó a Aviñón en 1370, año en el que murió. Gregorio XI  estuvo en Aviñón como papa de 1370 a 1376, y volvió a Roma en 1376, dos años antes de morir.
Con la muerte de Gregorio XI ocurrió el "Gran Cisma Occidental", durante el cual, hubo un Papa en Aviñón, reconocido por Francia, España, y el Reino de Sicilia, y otro Papa en Roma, reconocido por la mayor parte de Italia y otros países. Esta situación duró hasta 1409.
En Aviñón quedan los Palacios Papales que fueron la sede de la Iglesia por 67 años.
EL POR QUÉ DEL CISMA
El Gran Cisma de Occidente, cuya duración fue de 39 años (1379-1417) se debió principalmente a la rivalidad entre los cardenales franceses y los italianos; cada partido quería un Papa de su respectiva nación. Así se llegó a establecer el doble papado, uno en Aviñón, que era el original, nombrado en Roma pero que mudó su residencia a Aviñón, ciudad francesa y el otro que los cardenales italianos eligieron y lo entronizaron en Roma. Lo anterior trajo descontento, confusión y vergüenza para la Religión Católica Apostólica Romana.
El principio del siglo XIV, que sería caracterizado más tarde por calamidades como la peste negra y la Guerra de los Cien Años entre los dos principales poderes de Europa, se encontró con un Papado aparentemente en el momento cumbre de su poder. El Papa Bonifacio VIII (1294-1303, nacido Benedetto Gaetani), un político experimentado a veces descrito como brusco y arrogante, era un feroz defensor de la soberanía universal del Papado sobre toda la cristiandad, en contra de la corriente conciliar que cada día ganaba más terreno en toda Europa.
Se afirma que antes, Bonifacio VIII había establecido el Dictatus Papae en el siglo XI. La cuestión concreta que le hizo entrar en conflicto con el rey Felipe IV de Francia era si los señores seculares podían establecer impuestos al clero. En su bula Clericis Laicos (1296), Bonifacio VIII prohibía cualquier imposición sobre propiedad de iglesia excepto por parte del Papado o el pago de tales impuestos. Pero solamente un año más tarde concedió a Felipe IV el derecho de recaudar impuestos entre el clero en casos de emergencia. El gran éxito del Año Jubilar de 1300 (se cree que hasta 2 millones de peregrinos visitaron Roma) incrementó considerablemente el prestigio del Papado, atrajo fondos a Roma e indujo al papa a sobreestimar extremadamente sus poderes temporales.
Después de la detención del obispo de Pamiers por Felipe IV, el papa emitió la bula Salvator Mundi, retractándose todos los privilegios que confirieron al rey francés los papas precedentes, y unas pocas semanas más tarde Ausculta fili con cargos contra el rey, citándole para que compareciera ante un consejo en Roma. En una afirmación atrevida sobre la soberanía papal, Bonifacio VIII declaró que «Dios nos ha situado sobre los Reyes y los Reinos».

En la respuesta, Felipe IV escribió «Su venerable estupidez puede que sepa que no somos el vasallo de nadie en cuestiones temporales», y convocó una reunión del Estado General, un consejo de los señores de Francia, que respaldaron su posición. El rey de Francia presentó cargos de sodomía, simonía, hechicería, y herejía contra el papa y lo llamó ante el consejo. La respuesta del papa fue la más fuerte afirmación hasta la fecha de soberanía papal. En Unam sanctam (18 de noviembre de 1302), decretaba que «es necesario para la salvación que todas las criaturas humanas sean súbditos del pontífice Romano.» Estaba preparando una bula que excomulgaría al rey de Francia y pondría todo su reino en interdicto, y depondría a todo el clero de Francia, cuando en septiembre de 1303, Guillermo de Nogaret, el crítico más fuerte del Papado en círculo íntimo francés, llevó una delegación a Roma, con órdenes intencionadamente ambiguas dadas por el rey para llevar al papa, si fuera necesario a la fuerza, ante un consejo para enjuiciar los cargos presentados contra él.
Nogaret colaboró con los cardenales de la familia Colonna, rivales del papa desde hacía mucho tiempo, y contra los que el pontífice había predicado incluso una cruzada con anterioridad durante su Papado. En 1303 las tropas de franceses e italianos atacaron al Papa en Anagni, su ciudad natal, y allí detuvieron al propio Papa. Fue puesto en libertad,  tres días más tarde por algunas gentes  de Anagni. Sin embargo, el Papa Bonifacio VIII, entonces de 68 años de edad, quedó profundamente afectado por este ataque a su propia persona y murió unas pocas semanas más tarde.
CÓMO SE INICIA  EL CISMA
A la muerte de Gregorio XI quien ocupó el papado de 1370 a 1378, se reunieron los cardenales residentes en Roma sin esperar a los ausentes; eran 11 franceses, 4 italianos y un español, Pedro de Luna. El pueblo romano se reunió en la plaza vaticana pidiendo un Papa romano. Este detalle de que el pueblo romano había sus mítines para exigir a tal o cual persona en el Papado fue frecuente en todos estos años. En otras palabras las reglas claras para elegir nuevo Papa son algo de los últimos 6 siglos solamente. ¿La Iglesia Católica Semper idem?
En la mañana del 8 de abril de 1378, los cardenales eligieron un italiano, que tomó el nombre de Urbano VI. Diez días después los cardenales asistieron a la coronación y prestaron obediencia al nuevo Papa. Muy pronto el carácter intemperante de Urbano VI con los cardenales, el disgusto de muchos de éstos porque el Papa no quería volver a Aviñón y los apremiantes requerimientos del rey de Francia crearon una situación peligrosa.
Un grupo de cardenales franceses se alejó de Roma cuatro meses más tarde y publicó un manifiesto proclamando inválida la elección de Urbano VI por falta de libertad; luego procedió a la elección de un nuevo Papa, que tomó el nombre de Clemente VII, el cual fijó su residencia en Aviñón.
DESARROLLO DEL CISMA
Al ocurrir la muerte de Urbano VI, los cardenales de Roma eligieron sucesivamente a Bonifacio IX (1389-1404), a Inocencio VII (1404-1406) y a Gregorio XII (1406-1415). Los cardenales de Aviñón hicieron lo mismo a la muerte de Clemente VII, eligiendo a Pedro Martínez de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII.
Los serios perjuicios causados por el cisma a la Religión Católica, movieron a muchos a ponerle fin. La Universidad de París propuso tres procedimientos: 1°) la abdicación de los dos Papas; 2°) La reunión de un concilio para decidir autoritariamente; 3°) un compromiso entre todos para someterse a la decisión de un árbitro. Prevaleció el segundo. La mayor parte de los cardenales de Gregorio XII y Benedicto XIII convinieron contra la voluntad de ambos, celebrar un concilio en Pisa en 1409. A él asistieron 34 cardenales y numerosos obispos y teólogos y embajadores de las naciones. La celebración se basaba muy atinadamente en el principio de la superioridad del concilio sobre el Papa, principio teológico muy arraigado en todos los estratos de la Religión Católica de ese entonces, sobre todo por la urgencia de una reforma moral al clero tan corrupto y a los escándalos desmedidos de los papas y sus cardenales.
Para tratar de resolver el cisma tan escandaloso, se propuso realizar un concilio. Y se efectuó el  Concilio de Pisa  en el año de 1409, treinta años después del  Cisma de Occidente, con objeto de buscar una unidad en el catolicismo, ya que ninguno de los dos papas rivales, Benedicto XIII, ni Gregorio XII, querían ceder absolutamente en sus derechos.
Como consecuencia de esta situación, el rey de Francia, Carlos VI, manifiesta la opinión del clero y los universitarios al indicar que el único recurso para lo sucesivo es «retirar toda obediencia a los contendientes». Conscientes del peligro, los seis cardenales de Aviñón se reúnen en Pisa con nueve cardenales romanos para preparar la reunión de un concilio. Fueron apoyados por Florencia, por Francia, por las universidades; animados por Pedro Philarges; justificados por el tratado del gran canonista Zabarella, Portugal y Navarra adoptaron, con algunas dudas por parte de Navarra, la postura francesa, mientras que Castilla fue reticente y Aragón, fiel a Benedicto XIII, se mostró  abiertamente hostil.
La Asamblea se tuvo en Pisa y apenas duró tres meses del 25 de marzo al 7 de agosto de 1409. La Asamblea es interesante en la historia de la Iglesia por tres puntos: extendió el conciliarismo, agravó el cisma al elegir un tercer papa, y bosquejó la reforma tal como la concibieron los Concilios de Constanza y de Basilea.
Fue contraproducente, pues depuso a dos Papas y eligió uno nuevo, Alejandro V, a quien luego sucedió Juan XXIII, con lo que hubo tres Papas.
Es interesante como el Romanismo trata de sepultar sus lacras. Ahora se habla mucho de un “Papa bueno” Juan XXIII. Pero en la Historia, ya hubo otro Papa Juan XXIII. Juan XXIII nació en 1370 y murió en 1419, habiendo sido legítimamente elegido Papa en la línea de Pisa en 1410, y obligado a abdicar en 1415.
Juan XXIII, se llamó Baldassare Cossa, nació en Nápoles, estudió derecho en Bolonia y en 1402 fue nombrado cardenal. Fue uno de los líderes del Concilio de Pisa en 1409, cuando el papa Gregorio XII y el Papa Benedicto XIII fueron depuestos, y nombraron Papa a Alejandro V para cerrar el cisma de Occidente. A la muerte de Alejandro, Baltasar Cossa le sucedió bajo el nombre de Juan XXIII. Su principal protector fue Luis, duque de Anjou y futuro Luis II de Nápoles, cuya reclamación del reino de Nápoles apoyó Juan XXIII. En 1413 convocó un Concilio en Roma del que su principal logro fue la condena de los escritos de los reformadores religiosos Juan Wycliffe de Inglaterra y Juan Hus de Bohemia.
Es verdaderamente grotesca la moral de Roma. Pregúntale a cualquier jesuita de Juan XXIII del siglo XV y te dirá que fue un antipapa. Pero pregúntale si está de acuerdo con que haya celebrado el concilio de Roma para condenar a Juan Wycliffe de Inglaterra y a Juan Hus de Bohemia; y te dirá que fue lo mejor que pudo haber hecho.
En el Concilio de Constanza, celebrado de 1414 a 1418 para superar el cisma de la Iglesia occidental, fue obligado a abdicar (1415).  El 4 de noviembre de 1414 se inicia el Concilio de Constanza y, a pesar de estar presidido por Juan XXIII, pronto empieza a tomar un rumbo contrario a la pretensión de éste de ser nombrado único pontífice del catolicismo. Por ello decide huir de Constanza el 20 de marzo de 1415, dicen algunos historiadores que huyó de noche disfrazado de mujer. Interceptado fue devuelto al concilio donde, el 29 de mayo, fue obligado a abdicar y tras ser acusado de asesinato, violación, sodomía e incesto, fue excomulgado y encarcelado durante tres años. Recuperó su nombre original y estuvo confinado en varias ciudades alemanas hasta 1418. Reconciliado con el nuevo Papa elegido en 1417, Martín V y que no tuvo, ni tiene una pizca de la sucesión apostólica de “San Pedro”, pues viene de una reforma del Papado,  que acabó con el cisma, pero donde no hay sucesión de nada.  Cossa fue nombrado (1419) obispo cardenal de Tusculum, cinco meses antes de su muerte. Su sepulcro en el bautisterio de Florencia fue esculpido por Donatello y Michelozzo.
FIN DEL CISMA
El anhelo del catolicismo de acabar con el cisma, se logró en el Concilio de Constanza, al que dio todo su apoyo el emperador Segismundo I el grande de Alemania. Se llegó a obtener primero la renuncia de Juan XXIII y luego se le obligó a mantenerla, y también renunció Gregorio XII, después de reconocer al concilio.
Sólo el Papa Don Pedro Martínez de Luna,  Benedicto XIII se negó a abdicar.  Francia se opuso a este papa que no era tan influenciable y que además era súbdito de la Corona de Aragón. Se le presionó para que renunciara, a lo que se negó alegando un daño irreparable a la iglesia. Curiosamente, esta actitud suya sería la que la historia recordaría, surgiendo el dicho popular castellano de Siguió en sus trece. Aunque en un momento dado hubo tres papas simultáneamente (Juan XXIII, Gregorio XII y él), Benedicto siempre adujo que su papado era el válido dado que él era el único papa que había sido elegido cardenal antes de que se produjese el Cisma de Occidente, y por tanto el único realmente legítimo. Pero finalmente, las tesis conciliaristas, que defendían que el concilio era superior al papa, triunfaron y fue depuesto en el concilio de Constanza junto con él a los papas de Aviñón y Roma, dejando a Martín V como pontífice único en Roma. Martín V envió a España a un legado con la misión de envenenar a don Pedro Martínez de Luna, pero no tuvo éxito. Don Pedro Martínez de Luna murió en 1423, a los 96 años en Peñíscola, a donde había mudado la sede papal, en el antiguo castillo de la orden del Temple.
Entonces el 11 de noviembre de 1417, el Concilio de Conztanza  eligió a Martín V quien murió en 1431 y  a quien reconocieron todas las naciones católicas. El nuevo Papa se propuso juntamente con el Concilio, la reforma de la Iglesia, pero el asunto se estancó por causa del conflicto surgido entre el Papa y los que sostenían la superioridad del Concilio. Pero Martín V como todos los papas tuvo una astucia de serpiente; mientras el Concilio de Constanza no se disolvía, juró y perjuró que el Concilio sesionaría de manera periódica y tendría autoridad final aun sobre el Papa. Pero tan pronto se disolvió el Concilio,  Martín V arremetió contra todos los que se pusieron a su paso para imponer su autoridad pontifica, y sojuzgar a Roma y a los Estados Pontificios. Contó con incondicionales como Capranica y Cesarini.
¿Qué te parece, valioso lector? El Papa Martín V, el de la unificación del Papado, nada más principió con un espíritu claramente asesino. El Concilio de Constanza quemó vivo a Juan Hus, y el Papa,” su Santidad” Martín V mandó envenenar a su adversario, su santidad Benedicto XIII,  afortunadamente, sin éxito.
¿Y Roma quiere que los cristianos evangélicos regresemos al “seno” de la santa madre iglesia católica apostólica y romana? ¡Jamás! Quienes servimos al verdadero Jesucristo que murió y resucitó nunca apostataremos de nuestra fe, para regresar al satánico Vaticano.
Bibliografía:  Biblia, Traducción Reina Valera, Revisión 1960. NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO. j. d: Douglas y N. Hillyer. Historia de la Iglesia Cristiana, Walker, Wilston IMÁGENES VERBALES EN EL NUEVO TESTAMENTO. Archibald Thomas Robertson (Tomos 1 al 6) Diccionario Explicativo de Palabras del Nuevo Testamento. W. E: Vine. Editorial Clie. Historia del Imperio Bizantino. Alexander Vasiliev. Editorial Iberia. 1945. Barcelona. Curso de Formación Teológica. Tomo 8 Catolicismo Romano, Francisco Lacueva. Editorial Clie. Historia de las Religiones, Cid C. y Riu M. El Desarrollo de la Fe Cristiana, Newman, Cardenal- Breve Historia de Bizancio. John Julius Norwich. Cátedra. Traducción de Carmen Martinez Gimeno. 2000. Madrid. Catolicismo Romano. Origenes y Desarrollo. ( Tomos I y II) José Grau. Ediciones Evangélicas Europeas. Barcelona. Historia de Bizancio. Eveline Patlagean, Alain Ducelier, C. Asdracha, R, Mantran. Traducción de Rafael Santamaría y Manuel Sánchez. 2001. Barcelona. Bizancio. Perfiles de un Imperio. Antonio Bravo. Ediciones Akal. 1997. Madrid. Pontifex Maximus, Dinastía Milenaria de… ¿Brujos, Sacerdotes!, de Martín Careaga M. Babilonia Misterio Religioso. Woodrow Ralph