jueves, 14 de julio de 2011

LA ARMONÍA SE CONSTRUYE DESDE LA INTIMIDAD


El Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez
en una ministración en Filadelfia Gustavo A. Madero
 “No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparse sosegadamente en la oración; y vuelvan a juntarse en uno, para que no les tiente Satanás a causa de su incontinencia” 1 Cor.7:5.
INTRODUCCIÓN
Matrimonio: regresa la pasión. En varios artículos de Sexualidad sana hemos tratado el fenómeno del declinar del deseo sexual con el tiempo. El deseo en esas condiciones no sólo podría disminuir sino hasta desaparecer, particularmente en la mujer. Sin embargo no se conoce concretamente qué factores contribuyen a este proceso. Para intentar dilucidarlo Karen E. Sims y Marta Meane, 2010, condujeron entrevistas a 19 mujeres casadas en las que el deseo sexual había declinado. Se les hizo dos preguntas: ¿A qué se podía deber?  y ¿Qué factores impedirían su restauración?
A) DE SUPREMA IMPORTANCIA
Cuando un matrimonio luce bello por fuera es que en la intimidad hay acuerdo mutuo. Este principio irrenunciable para los matrimonios estables y felices, se encuentra así en las Sagradas Escrituras: “No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparse sosegadamente en la oración; y vuelvan a juntarse en uno, para que no les tiente Satanás a causa de su incontinencia”   (1 Cor.7:5). Para cultivar la armonía con tu pareja, tienes que buscar el acuerdo entre ustedes, porque éste constituye el medio por el cual los esposos logramos  la verdadera armonía y el compañerismo que deseamos en nuestro respectivo matrimonio. 
En todas las decisiones y cada asunto que tenemos que resolver, Dios quiere que los esposos recordemos que somos uno y  busquemos el acuerdo justo y equitativo.
 El apóstol Pablo enseñó este principio cuando escribió a los corintios acerca de las decisiones en lo más íntimo de la relación matrimonial: la unión sexual.
a)           DEBE HABER UN FUNDAMENTO SÓLIDO.
Si un matrimonio se establece con bases sólidas, hay mucha garantía de éxito. Será un matrimonio armonioso. Y ¿cuáles son esas bases sólidas?
Aquí anoto lo que a muchos consejeros matrimoniales consideramos que es primordial, aparte de una estabilidad económica y un nivel académico similar, un antecedente cultural común, lo fundamental es que ambos cónyuges se amen intensamente y quieran vivir unidos y fusionarse en un solo ser.  Quienes suponen que el sexo es  la base y el fundamento del matrimonio, tienen un fundamento quebradizo, inseguro. Pero cuando  el amor verdadero, que busca siempre el bien del cónyuge; esa es la base del éxito matrimonial, siempre. Para los cristianos, el fruto del Espíritu será la base certera para el matrimonio: El amor, el gozo, la paz,  la paciencia, la benignidad la bondad, la mansedumbre, la templanza; y el servicio en la pareja es el verdadero fundamento del matrimonio y por supuesto,  de las relaciones con otras personas y con Dios. En  estos casos se vive con mayores ventajas, que en los casos en que un cónyuge se casó por necesidad, por conveniencia o por lástima.
Decir que una pareja se ama intensamente, será siempre algo relativo. Pues no todos entendemos lo mismo por amar. Pero lo que sí es verdad,  es que cuando hay una decisión sincera de compartir la vida con otra persona y un sentimiento fuerte de atracción mutua, habrá una mayor armonía en la intimidad. Lamentablemente, las estadísticas nos indican que más del 30% de los matrimonios llevan una vida sexual insatisfactoria. Esto es alarmante, porque pone en riesgo la estabilidad de éste.  
Creo que es aquí donde cabe la expresión paulina no siempre bien comprendida. I Tesalonicenses 4.5  Pablo afirma: “no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios”
He escuchado explicaciones de algunos líderes religiosos con escasa información académica que tuercen este versículo al grado de aconsejar que dos esposos solo deben tocarse ligeramente para procrear hijos y ya. Pero la expresión de Pablo está lejos de esa interpretación errónea; ya que afirma Génesis 1.31: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto” Y fue Dios mismo quien creó al ser humano con sexo, no así los ángeles que son asexuales.
Entonces, si Dios creó al hombre y lo dotó de sexualidad es para que dentro de sus mandamientos, el hombre disfrute plenamente de esa área de su vida. Dios todo lo que hace, lo hace con un propósito.  Él nos creó con esos deseos sexuales, que producen buenos frutos, tales como la unión y estabilidad de la pareja, el placer y la satisfacción íntima; frutos que se cultivan con la buena relación sexual.
Cuando una pareja, y particularmente la mujer, vienen al matrimonio con una idea herrada del papel maravilloso que juega le sexo en la vida de un matrimonio, tendrá tropiezos, y muy serios.
b)           EVÍTESE EL RECHAZO EN LA INTIMIDAD.
La expresión griega: me apostereite allelouV  “me apostereite allelous” que se ha traducido: “No se nieguen el uno al otro”, literalmente debe traducirse. “no os privéis el uno del otro” e inmediatamente pone la razón. Hay un grave peligro cuando uno de los cónyuges toma una actitud de rechazo o negación en las relaciones íntimas; y es que la incontinencia del otro cónyuge queda expuesta a buscar  a otra persona con quien establecer las relaciones negadas por su pareja.
En otras palabras, aquí se expone la raíz fundamental para el adulterio. En mi trato directo con cientos y cientos de familias con problemas de adulterio, he descubierto que, todo marchaba bien hasta que el cónyuge que se presenta en mi oficina como la víctima de una traición, resultó ser la causante del adulterio de su pareja. ¿Por qué? Porque su pareja le buscó, le buscó y le buscó, y ésta se negó, se negó y se negó.  Entonces a la luz del día, nada estaba sucediendo, pero en la intimidad había llegado la ruptura.
La inapetencia sexual de alguno de los cónyuges, debe ser combatirse. Ésta se puede dar por conflictos de comunicación, cansancio, rutina, estrés, enfermedades, problemas financieros serios, etc. Todo esto debe hablarse para encontrar una solución. Si  una persona tiene inapetencia sexual, muy probablemente su pareja no la tiene. Negarse al sexo expone a su pareja al adulterio; a buscar afuera esa satisfacción sexual que no está encontrando dentro del matrimonio. Por supuesto que esta realidad no justifica el adulterio del cónyuge afectado.
c)            PROCÚRESE UNA COMUNICACIÓN FRANCA Y FLUÍDA
 En este mismo versículo de I Corintios, la palabra “mutuo consentimiento” significa armonía. El término griego es sunfonou (sunfonou), de donde también tomamos nuestro vocablo sinfonía.
En América Latina es muy frecuente que cuando la esposa está insatisfecha sexualmente se queda callada. Y jamás se lo dirá a su esposo por un falso sentido de humildad o heroísmo. Pero los tiempos han cambiado. Creo que ya sea el esposo o la esposa, deben tener la capacidad de comunicar con su pareja estos aspectos íntimos, del mismo modo como hablan de finanzas, de los hijos o de alguna enfermedad que enfrentan. Al hablar del problema, los esposos deben tener claro que, la donación de los esposos en el diálogo sexual es la expresión más profunda y completa del amor conyugal y que debe mantenerse a flote ante cualquier adversidad. 
Cuando la comunicación es fluida, se evitan los problemas o se afrontan de manera conjunta.
d)           AYUDA PROFESIONAL
Actualmente existe una gama de ayuda profesional para este caso. Si es necesario a juicio de la misma pareja, deben acudir a un consejero matrimonial, asegurándose de que se trata de un profesional capacitado para atender el caso. De preferencia, un pastor cristiano. De no tener la posibilidad de conseguir uno; allí están los siquiatras, los sicólogos o los sicoanalistas que seguramente en casos agudos, serán de gran ayuda.
CONCLUSIÓN.
Todavía tiene que haber una plena transformación en los conceptos sobre el matrimonio  y la sexualidad tanto en los pastores como en los discípulos de las iglesias cristianas evangélicas y de la sociedad en general, para que se obtenga una mayor sanidad interior y un mejor desempeño de las parejas en la intimidad. Cada generación ha tenido que afrontar diferentes obstáculos para mantener unido un hogar. Nuestra generación está plagada de peligros contra la supervivencia de un matrimonio; pero nosotros, los hijos de Dios, tenemos el recurso del Evangelio. La Palabra de Dios debe iluminar nuestro camino también en esta área fundamental de nuestras vidas.