sábado, 24 de septiembre de 2011

NUESTRA CONFESIÓN DE FE


Apóstol Dr. Gabriel
Sánchez Velázquez y Obispo
Juan Carlos Balderas del
Sínodo Manada Pequeña de
Kansas USA

            La ICM es parte del Cuerpo de Jesucristo, que el Señor ha levantado para que glorifique su Santo Nombre, predique el Evangelio y haga discípulos en México, América Latina y hasta lo último de la tierra.
La ICM acepta y profesa la sana doctrina que han recibido y profesado los verdaderos cristianos de todos los tiempos, y en todos los lugares, desde los primeros 120 discípulos que fueron bautizados en el Espíritu Santo en Jerusalén.
La ICM no tiene doctrinas particulares o distintivas, sino que más bien acepta TODO EL CONSEJO DE DIOS, tal  y como está contenido en la Biblia. Pero en beneficio de los recién convertidos a Cristo y como un perfil para la información a otros cristianos y al mundo, se anotan a continuación algunas de estas doctrinas en vías de introducción al estudio de todas la Escritura.
Art. 31. I. EN CUANTO A LA BIBLIA.
1.1.          Su inspiración plenaria. La Biblia es la palabra de Dios. Fue inspirada por el Espíritu Santo, a hombre cuyo espíritu despertó para redactarla. La Biblia es nuestra norma de fe y conducta. Solamente aceptamos lo que ella dice o puede probarse a través de ella.
1.2.          El Canon de la Biblia. La Biblia para su estudio se clasifica en dos partes llamada: Antiguo y Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento se integra de 30 libros, a saber: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Ruth, I y II de Samuel, I y II de Reyes, I y II de Crónicas, Esdras, Nehemías, Esther, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
El Nuevo Testamento se integra de 27 libros, a saber: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1a y 2a a los Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1a y 2a a los Tesalonicenses, 1a y 2a a Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1a y 2a de Pedro, 1a, 2a y 3a de Juan, Judas y Apocalipsis. (II Tim. 3.16, II Pedro 2.19-21, Isaías 40.8, Sal. 119.105).
1.3.          Los Libros Apócrifos. Los libros apócrifos que el Romanismo añadió el Antiguo Testamento en 1557, no son parte de las Escrituras. Estos libros son: Sabiduría, Eclesiastés, Tobías, Judith, II y II de Macabeos y Baruc. (Deuteronomio 4.2, Apocalipsis 22.18).
Art. 32. II. EN CUANTO A DIOS.
2.1.          Su naturaleza. Dios es uno, Espíritu (sin cuerpo), infinito, eterno, perfecto e inmenso. Es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Dios es justo, amoroso y santo. Es el creador de todas las cosas visibles e invisibles. (Sal. 139.1-18, Deut. 6.4, Juan 17.11, I Cor. 8.6, Col. 1.16).
2.2.          La Revelación de Dios. Dios es uno y no varios. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Para efectos de la salvación al género humano y redención de la creación, El Padre muestra su amor, El Hijo muere por nuestros pecados, y el Espíritu Santo aplica a nosotros la salvación. (Is. 13.10-13, Is. 44.6-8, Deut.32.39, Apoc.22.13, I Juan 3.16, Juan 3.16, Juan 2.5-8, Efesios 1.3-14).
Art. 33. III. EN CUANTO A JESUCRISTO.
3.1  Su deidad y humillación. Jesucristo es Dios, Hijo del Padre, quien por amor al hombre encarnó para morir en el Calvario y con su muerte pagar el precio de la salvación de toda la humanidad. Jesucristo desde su encarnación y ahora en su glorificación es Dios y hombre, sin pecado. (Juan 1.-3, Juan 14.13, Fil.2.5-8, Hech.4.15, II Cor.5.21, Heb.9.14, I Pedro 2.22).
3.2  Su resurrección corporal y glorificación. Jesucristo resucitó con su mismo cuerpo, sólo que éste glorificado. Su Nombre fue puesto por sobre todo nombre. Ascendió al cielo, y está a la diestra del Padre, y toda ñengua confesará que Él es el Señor de señores. (Luc.24.36-45, Fil.3.21, Fil. 2.9-11, Hech.2.33, Hech.5.31, I Cor. 15.12-17).

Art. 34. IV. EN CUANTO AL ESPÍRITU SANTO.
4.1.          Su deidad y acción salvífica. El Espíritu Santo es Dios, no una fuerza. El Espíritu Santo convence de pecado al hombre, antes de su conversión; produce en el hombre arrepentido el nuevo nacimiento; y en el hombre salvo produce santificación  y poder. (Gén.1.2, II Tim 3.16, II Pedro 1.21, Hech.5.3-4, Juan 16.13, Gál. 5.22-25, Rom. 3.11).
4.2.          Su ministración al cuerpo. El Espíritu Santo es el Consolador que guía a la Iglesia a toda verdad, y la provee de dones. únicamente el Espíritu Santo revela el significado de las Escrituras a los cristianos. Cristo vive a través del Espíritu Santo en el cristiano. El Espíritu Santo produce el fruto del Espíritu y la vida de Cristo. (Juan 14.16, Juan 14.26, Juan 16.7, I Con. 12.5, Gál. 5.22-23)
Art. 35. V. EN CUANTO A LA SALVACIÓN.
1.1.          El Origen del hombre. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre era inocente y tenía comunión perfecta con su Creador. Dios creó al hombre con espíritu, alma y cuerpo. (Gén.1.26-27, Gén.3.7-8, I Cor.11.7, I Tes. 5.23).
1.2.          La caída del hombre. El hombre desobedeció a Dios y rompió esa comunión cayendo en pecado. El pecado entró por Adán, y por el pecado la muerte espiritual pasó a todos los hombre. (Gén.3.24, Rom.5.15-17).
1.3.          La imposibilidad de una autojustificación. La condición del hombre es tal que nunca podrá justificarse delante de Dios por sí mismo; ya que mientras el hombre esté separado de Dios, sus mejores juicios son como trapos de inmundicia. (Rom.3.23, Ef.2.8-9, Is.64.6).
1.4.          La salvación por la fe sola. La salvación es un regalo de Dios. Dios la ofrece a todos los hombres gratuitamente, como un favor inmerecido. El hombre que al escuchar el Evangelio se arrepiente de sus pecados y acepta por la fe el señorío de Jesucristo en su vida, recibe la salvación. (Efesios 2.8-9, Rom. 3.21-25, Rom. 5.1, Rom. 10.9-11, Tito 3.4)
1.5.          La predestinación universal. La voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos, no únicamente algunos. El sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz es suficiente para perdonar los pecados de toda la humanidad. Pero Dios ha dado albedrío a cada ser humano, para recibir o no dicha salvación. (II Pedro 3.9, Hebreos 2.9, Tito 2.11, Tito 3.4, Juan 3.16-17, I Juan 2.2).
1.6.          La seguridad de la salvación. La salvación es un regalo incondicional de Dios que el hombre recibe por la fe, voluntaria y conscientemente; y no puede perderla a menos que renuncie categóricamente al señoría de Cristo y rechace en forma permanente la gracia de Dios. (Ef.2.8, Heb.6.7-8, Rom.11.29, Juan 10.28).
1.7.          La salvación como experiencia. La salvación es una experiencia personal y presente. Sucede en el mismo instante en que el hombre recibe a Jesucristo. (Rom.10.9, Rom.8.1, Mar. 16.16, Apoc.3.20).
1.8.          La regeneración del hombre. El hombre, al ser salvo, es justificado, regenerado y adoptado como hijo de Dios; de tal manera que manifiesta la realidad de su salvación con una nueva vida que procura agradar al Señor en todo. (I Cor.6.11, II Cor. 3.15-17, Juan 1.11-13, Gál.2.20, I Tes.2.4).
1.9.          La santificación como posición y como don. Un cristiano es visto por Dios como un hombre santo, porque lo ve a través de la sangre de Cristo. El cristiano anda santamente porque Jesucristo lo santifica. Sin santidad nadie verá al Señor, Dios ha iniciado en el corazón de cada cristiano una buena obra que Él perfeccionará para el día de Jesucristo. (Fil.1.6, Heb.10.10, Ef.1.6, II Cor.5.17, Heb.12.14, T Tes.4)
1.10.       La restauración del caído. Si el creyente cae en pecado y se arrepiente, Dios lo perdona y lo restaura. El cristiano al pecar pierde la comunión con el Padre pero no su relación de hijo. (I Juan 2.1-2, I Juan 1.9, Gál. 6.1-2).
Art. 36. VI. EN CUANTO AL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO.
6.1.          Como se recibe. Jesucristo es el bautizador con el Espíritu Santo. En el modelo neotestamentario, cuando se derramó el Espíritu Santo sobre un grupo de creyentes, estos oraron  y magnificaron a Dios en otras lenguas y recibieron poder para testificar. El bautismo en el Espíritu Santo al igual  que la salvación se recibe por la fe, por lo tanto un cristiano puede hacer suya la promesa del bautismo y tener más tarde la manifestación de las lenguas. Puede impartirse por imposición de manos, principalmente las manos de los apóstoles y profetas. (Mat.3.11, Hechos 1.8, Gál. 3.1-5, Hechos 8.17).
6.2.          La señal inicial. El bautismo es una experiencia diferente y viene generalmente después de la salvación. La iglesia sabe inicialmente que un cristiano ha sido bautizado en el Espíritu Santo porque lo oye orar en lenguas. (Hechos 2.1-6, Hechos 10.44-46, Hechos 19.1-6, I Cor.14.2).
6.3.          Las lenguas como oración y como don. En el Nuevo Testamento hay dos experiencias espirituales muy semejantes que no deben confundirse. La oración en lenguas es para todos los bautizados en el Espíritu Santo, tiene una dirección ascendente; el Espíritu Santo a través del cristiano bautizado ora al Padre de modo sobrenatural. El don de hablar en lenguas es para algunos como el Espíritu quiere, tiene una dirección descendente; Dios usa a quien tiene este don para dar un mensaje al pueblo en otras lenguas, donde dicho mensaje debe ser interpretado para que cumpla su función. (Hechos 2.4, Hechos 10.44-46, Hechos 19.6, Romanos 8.26, I Cor.14.2, I Cor. 14.4, I Cor. 14.15, Judas 20-21, I Cor. 12.11-12, I Cor. 12.30, I Cor 14.26-31).
Art. 37. VII. EN CUANTO A LOS DONES Y MINISTERIOS.
7.1.      La vigencia de los dones. Los dones del Espíritu Santo son irrevocables y están vigentes en la Iglesia, mientras esta permanezca en la tierra. (Rom.11.29, Stg.1.17, I Cor. 13.8-10).
7.2.      Deterioro y Restauración. Sin embargo, aún cuando de parte de Dios la vigencia de los dones es constante; la iglesia al perder la doctrina Bíblica, la experiencia de la salvación y el bautismo en el Espíritu Santo, perdió la experiencia de los dones. Sin embargo, Dios en su misericordia, ha traído un nuevo avivamiento espiritual a la iglesia en estos tiempos, de manera que los cristianos principiamos a experimentar la realidad de los dones del Espíritu Santo. (Sal.80.3, Esdras 9, Joel 1.10, Joel 2.19-27, Hech. 2.17-21, Hageo 2.9, Amos 9.11).
7.3.      Repartimiento de dones. El Espíritu Santo reparte sus dones como Él quiere. Suele suceder repartimientos de dones mediante profecía a través de imposición de manos de apóstoles, profetas o del presbiterio. Algunos de estos dones son: Palabra de Sabiduría, Palabra de Ciencia, Fe, Dones de Sanidad, El Hacer Milagros, Profecía, Discernimiento de Espíritus, Diversos Géneros de Lenguas, Servicio, Enseñanza, Exhortación, Repartir con Liberalidad, Presidir con Solicitud, Hacer Misericordia, Sueños, Visiones. (I Cor. 12.4-11, Rom.12.2-8, I Tim. 4.14, II Tim. 1.6).
7.4.      El más excelente don. Así se denomina en las Escrituras al don de profecía. Don que se manifiesta con mayor frecuencia en los cultos y que sirve para consolar, edificar, exhortar, enseñar, convencer al incrédulo. (I Cor.14.1, I Cor. 14.27-29, Hech. 19.6).
7.5.      Ministración con profecía. Todos los bautizados en el Espíritu Santo pueden llegar a profetizar. Debe hacerse por turno y en cada ocasión debe haber cuando más tres profecías. Las profecías deben ser juzgadas por profetas, o ancianos. Las mujeres y los niños también pueden profetizar. (I Cor. 14.27-29, I Cor. 11.4-5, Joel 2.28).
7.6.      La profecía directiva. Un apóstol, un profeta o el Presbiterio de una iglesia, están facultados por las Escrituras para dar profecía directiva, en cuanto al ministerio o la vida de los cristianos.
Puede haber profecías falsas, debemos tener discernimiento.
(Hechos 9.15-17, Hechos 15.32, I Tim. 4.14, Jer. 23.22, Jer.14.14-15, I Tes. 5.20-21).
7.7.      La sanidad divina. Jesucristo llevó nuestras enfermedades al sufrir en el Calvario, y por sus llagas nosotros fuimos curados. Un enfermo puede recibir sanidad mediante la ministración de hermanos que tengan dones de sanidad, la palabra de fe de algún ministerio fundamental, o la unción con aceite por los ancianos. Aún llevando las prendas de algún siervo ungido al enfermo. Hay en algunos impedimentos para recibir la sanidad, aún cuando la voluntad de Dios es que tengamos buenas salud. (Is. 53.4-5, Stg. 5.14, ex. 15.26, Hech.28.8-9, III Juan 2).
7.8.      Ciencia Médica y Medicinas. La ciencia médica es genuina y útil. Dios creó al hombre con inteligencia y todo lo que el hombre logra en forma lícita para su bienestar es bueno. Por lo tanto cuando un cristiano acude a los servicios de la medicina no debe ser juzgado o menospreciado, sino apoyado por la oración. Los cristianos hacemos uso especialmente de la medicina preventiva que incluye: reglas de higiene, puericultura y principios alimentarios. (II Rey. 20.7, I Tim. 5.23).
7.9.      Vigencia de los ministerios. Desde su establecimiento y hasta el rapto, la Iglesia ha sido provista por Jesucristo de ministerios que equipan y perfeccionan a los santos. Básicamente esos ministerios son: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. El dogma de doce apóstoles es falto ya que la Biblia menciona por nombre a más de 17 apóstoles, indicando con ellos que su número es indeterminado. (Ef.4.13, I Cor.12.28, Hech. 14.14, Rom. 16.7, Gál. 1.19, I Tes. 1.1 y 2.6, Hechos 15.32, Hechos 11.27-30) (Cfr. Art. 49-52).
7.10.   Autenticidad de los Ministerios. A un apóstol auténtico se le reconocer por su carácter de toda paciencia, por las señales, prodigios y maravillas que Dios obra a través de su mano. A un profeta auténtico se le reconoce porque ministra consolación con abundancia de palabras y porque confirma la fe de los hermanos. Hay falsos apóstoles y falsos profetas, por lo cual todo ministerio debe ser probado teniendo como norma suprema a la Biblia. (II Cor. 12.12, Hechos 15.32, Apoc. 2.2, II Cor.11.13-15, I Juan 4.1) (Cfr. Art. 53-61).
Art. 38. VIII. EN CUANTO A LA IGLESIA.
8.1.  Integración. La iglesia está integrada por los redimidos en la sangre del Cordero, quienes se han arrepentido de sus pecados, y se han sometido al señorío de Jesucristo. La salvación es independiente de las organizaciones eclesiásticas, nacionalidades o clases sociales. (Mt. 18.19-21, I Cor. 12.12-13, Hech. 2.47).
8.2.  La Iglesia Universal. La Iglesia Universal está establecida entre todos los pueblos del mundo, a través de las iglesias locales, las cuales son interdependientes. La Iglesia por naturaleza es misionera y su vocación es predicar el Evangelio y plantar iglesias locales. (I Cor. 11.17, Ef. 4.4, Col.1.18, Hech.1.18, Hech. 13.1, Hech.15.4).
8.3.  La Iglesia Local. Una iglesia local es un grupo de cristianos en medio de quienes Jesucristo ha puesto un candelero, y que está gobernado por un cuerpo de ancianos u obispos y vinculada a otras iglesias locales mediante los apóstoles y profetas. (I Tim. 5.17, I Pedro. 2.25, Fil.1.1, Tito 1.7)
8.4.  La Lluvia Tardía. Para la iglesia, el pueblo de Israel es un tipo y un reloj profético. El derramamiento del Espíritu Santo por todo el mundo en estos días finales, llamado en las escrituras LLUVIA TARDIA, está sucediendo después del regreso del pueblo judío a la Tierra Prometida. (Joel 1.10; 2.19; 2.23-24; 2.28, Hechos 3.21, Hageo 2.9, Joel 2.19).
8.5.  Restauración de la Iglesia. La Iglesia, después de un tiempo de deterioro, está viviendo una época de restauración antes del Rapto. Dios está restaurando en su Iglesia: la adoración en el Espíritu, el gobierno teocrático, los dones del Espíritu Santo, los ministerios de apóstoles y profetas, y todo lo que ésta había perdido. (Juan 4.24, Hecho. 15.1-8, Hech. 14.14, I Cor. 12.9-13, Ef. 4.11, Rom. 11.29, Joel 2.19).
8.6.  Tiempos de Apostasía. Al mismo tiempo que Dios realiza una gran restauración en su Iglesia; se suscitan grandes apostasías en esos tiempos finales. Algunos serán apartados tras espíritus de error y doctrinas de demonios. (Mt.24.11, II Pedro 2.1-22, Hech. 20.29-30, II Tes. 2.3).
8.7.  El Ecumenismo. El movimiento ecuménico con el romanismo y otras religiones es una apostasía del Evangelio. El ecumenismo es la confusión babilónica de la que nos advierte la Palabra de Dios; por lo tanto los cristianos deben ser totalmente ajenos a toda acción ecuménica. La unidad del CUERPO DE CIRSTO es obra del Espíritu Santo, poniendo en los suyos una misma doctrina y una sola fe. (Apoc. 14.8-9, Juan 17.11, Ef. 3.5, Amós 3.3)
8.8.  La Teología Liberal. La corriente teológica liberal que pretende desmitologizar a la Biblia, es falsa erudición humana, que ha mermado la fe de muchos creyentes sencillos; por lo tanto no debe ser tolerada en la Iglesia. (II Tim. 3.16, II Pedro 1.21, Ef. 4.14, Mt. 22.20). (Cfr. Art. 242).
8.9.  Movimientos Judaizantes. Las corrientes judaizantes que quieren poner relieve a la observancia de la ley mosaica, las prácticas religiosas judías y cualquier actitud o medida que menoscabe la clara proclamación del EVANGELIO DE LA GRACIA no deben ser tolerados por ningún motivo.
Art. 39. IX. EN CUANTO A LAS ORDENANZAS Y PRÁCTICAS.
9.1.  El bautismo en Agua. El bautismo en agua se ministra a quienes se han arrepentido y se han rendido al señorío de Jesucristo: Se ministra inmediatamente después de que alguien recibe a Cristo, o lo más pronto posible después de la conversión. (Marcos 16.16, Hechos 2.41; 8.36-40) (Cfr. Art.247).
9.2.  La Formula Bíblica. El bautismo en agua se ministra EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO, Nombre que está por sobre todo nombre; porque el bautismo en agua es una identificación personal con la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesucristo. En la Biblia no hay dos f´romulas, ya que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se han revelado en este tiempo bajo el nombre de JESUCRISTO. (Rom6.1-4, Mat.28.4, Hechos 2.28; 8.16; 10.48: 19.5; 22.16).
9.3.  Forma y oficiante. Bautizar significa sumergir. Se bautiza de preferencia en aguas vivas. Los ministerios debidamente establecidos como ancianos o presbíteros ofician esta ordenanza. (Hechos 8.37-38, 16.30-33; 10.74-48).
9.4.  Tergiversaciones. Deben suprimirse el bautismo de bebés y las formas de bautismo llamadas abluciones y aspersión, por contradecir la naturaleza bíblica del bautismo. (Mateo 3.16, Hechos 2.38; 8.29, Marcos 16.16).
9.5.  La Cena del Señor. La Cena del Señor es el memorial de la muerte vicaria de Jesucristo. Se ministra con dos elementos: pan si levadura símbolo del Cuerpo de Jesús y vino, símbolo de su sangre. Tantas veces la celebramos anunciamos la muerte del Señor hasta que Él venga. (Dt.16.4, I Cor. 5.7; 11.23-26;10.16-17; 11.30-32, Mar. 14.12-25)
9.6.  Quienes participan de ella. Los cristianos bautizados en agua presentes toman la Cena del Señor. Si un cristiano se prueba a sí mismo antes de participar de ella, recibe bendición; pero si un creyente la toma indignamente recibe disciplina. A los ausentes por enfermedad, se les lleva la Cena del Señor a sus camas. (I Cor. 11.30-32, Éxodo 12.43-50, Mateo 126.17-29).
9.7.  Tergiversaciones. El sacrificio de Jesucristo fue uno, único, completo, perfecto y suficiente para la redención de todos los pecados. Cualquier pretensión de sacrificar otra vez a Jesucristo es blasfemia. Todo sacrificio incruento es inútil. La transustanciación es antibíblica. Los elementos de la Cena deñ Señor no deben ser adorados. (Hebreros 9.28; 10.12; 9.24-26; 9.22).
9.8.  El lavamiento de pies. El lavamiento de pies es una ministración que el Señor nos manda  hacer. Simboliza que tenemos parte con Jesucristo. Se ministra en forma espontánea. (Juan 13.14-16. I Tim. 5.10, Rom. 10.15, Ef. 6.15, Apoc. 1.15).
9.9.  La forma del lavamiento. Cuando el lavamiento se hace dentro del culto público, los ministerios varones inician la ministración entre los varones; entre tanto que una profetiza o diaconisa preside por separado a las hermanas. (Juan 13.3-15).
9.10.   Presentación de Niños. Los padres cristianos traen a sus hijos recién nacidos para presentarlos al Señor con el reconocimiento de que son una bendición del Señor y de que el Señor nos bendice especialmente cuando son dedicados a Él. (Lucas 2.21-38, I Sam. 1.27-28, Marcos 10.13-16) (Cfr. Art. 127 Frac. 16).
9.11.   La Solemnización del Matrimonio. El matrimonio es una institución divina y el único medio lícito para procrear hijos. Es indisoluble excepto por la muerte de uno de los cónyuges. Es un estado honroso y santo. La iglesia  solemniza la unión de divorciados o incrédulos, en casos especiales, cuando los contrayentes han presentado una justificación válida a juicio del Presbiterio de la Iglesia local y con el visto bueno de su respectivo Obispo de Sínodo;  porque el Matrimonio es un símbolo de la unión que hay entre Cristo y su Iglesia. (Gén.2.18-24, Mat.19.5-6, Juan 2.1-2, Heb.13, Prob. 18.22, Sal. 127.3-4, I Cor. 7.10-11) [Se excluye todo símbolo pagano en la ceremonia, como lazo, arroz y arras con símbolos religiosos] (Cfr. Art. 127 Frac. 15)
9.12.   El Compromiso Matrimonial. Cada joven cristiano buscará la dirección de Dios y el consejo previo de sus padres y sus pastores, antes de iniciar un compromiso matrimonial. Todo compromiso matrimonial debe tener como meta el matrimonio. (I Cor. 7.1-2; 7.8-9, Rom. 12.1-2; 13.13-24).
9.13.   Arribo al Discipulado. A la manera en que Jesús tuvo acceso al Templo de Jerusalén a los doce años, los hijos de los cristianos deben ser preparados por sus padres y sus pastores de modo que crezcan en sabiduría, en estatura y en gracia; de tal manera que a los doce años sean éstos presentados al Señor y tengan su arribo al discipulado con Jesucristo. (Luc. 2.51-52; 2.40-41; Deut. 4.9; 11.19, Prov. 22.6) (Cfr. Art. 127.7)
9.14.   Sepultura de los Difuntos. Los actos fúnebres de los cristianos son un culto a Dios. Hay en ellos gratitud a Dios, consolación a los enlutados, y proclamación de la salvación a los inconversos. El beneficio espiritual de dichos cultos es para los vivos, pues quien murió en Cristo, ya está con el Señor. (Job. 1.21, Juan 14.1-3, Job 14.27, Job 5.11, Rom. 14.8, Juan 14.19; 11.25-26, Hech. 17.22-31). [Se excluye todo símbolo pagano]
9.15.   Saludo Característico. En el culto, los ministerios y quienes hagan uso de la palabra,  saludarán desde el púlpito diciendo “Gracia y Paz de nuestro Señor Jesucristo”. La Congregación responderá: “Gracia y Paz”. Fuera del culto, quien saluda dirá: “Gracia y Paz” y quien responde el saludo dirá: “Amén”. Se usará el mismo saludo en la correspondencia y en las publicaciones de la Iglesia. (Rom. 1.7, I Cor. 1.3, II Cor. 1.2, Gál. 1.3, Ef. 1.2, Fel. 1.2, Col. 1.2, I Tes. 1.1, II Tes. 1.2).
Art. 40. X. EN CUANTO AL CULTO CRISTIANO.
10.1     La Naturaleza del Culto. El culto cristiano es espiritual y no está sujeto a ningún ritual. Se desarrolla bajo la dirección del Espíritu Santo. Todo lo que se hace en el culto es para la gloria de Dios y la edificación de los cristianos. (Juan 4.20-24, I Cor. 14.26, I Tim 1.17, Apoc. 4.11; 5.9-10; 5.12-14, Heb. 13.15).
10.2     Los Elementos Constantes del Culto. En el culto cristiano los elementos siguientes son constantes: La oración en lenguas, con el entendimiento y al unísono en alta voz; el canto, de cánticos espirituales, salmos e himnos; el ejercicio de los Dones del Espíritu Santo; el regocijo y la danza en el espíritu; y primordialmente la lectura y proclamación de la Palabra de Dios. Respetamos, pero no promovemos que las hermanas para el culto usen un velo sobre su cabeza (I Cor. 14.26; 14.31, Sal. 92.1-2, Joel 2.28, Col. 3.16, Sal. 149.3; 150.4, Hech. 4.31, I Cor. 1.21, Mat. 21.13-16. I Corintios 11.14-16).
10.3     Los instrumentos y las características del Culto. Los cristianos adoran y alaban a Dios en el culto con todos los instrumentos disponibles, baten y levantan las manos, danzan y se regocijan, tienen exclamaciones de júbilo. Para el culto la iglesia integra dos compañías, una de varones y otra de damas. Las hermanas se cubren la cabeza con un velo para orar y profetizar. (I Cor. 14.26; 14.31, Sal.92.1-2, Joel 2.28, Col. 3.16, Sal. 149.3; 150.4, Hechos 4.31, I Cor. 1.21, Mat. 21.13-16).
10.4     La Exclusión de Símbolos Paganos. Quedan excluidos de nuestros cultos, todos los símbolos que provienen del paganismo. La veneración de imágenes de idolatría que Dios abomina. Se elimina el uso de la cruz como adorno por evocar al dios babilónico Tammuz, (Dt. 5.8, Ex.20.4, Sal. 115.2-8; 135.15-18, Mq. 5.13, Habacuc 2.18, Amos 5.25-26).
10.5     Las fiestas paganas. Los cristianos excluyen de sus prácticas y costumbres, la celebración de: la navidad, los reyes magos, la cuaresma y la semana santa; porque tienen origen y trasfondo pagano, y nunca fueron observadas por los cristianos de los primeros siglos. La mezcla de la fe cristiana con el paganismo es abominación. Si se hace mención de alguna FIESTA JUDÍA deberá ser para subrayar el elemento evangélico de dicha fiesta y de ninguna manera para sumarse a una celebración religiosa judía. (Col.2.8, Amos 5.25-28, Sof.1.4-5, Ez. 8.17-18, Ex. 20.4-6).
10.6     La Casa de Oración. Los creyentes son el templo de Dios, y no los edificios materiales. Aunque los cristianos construyen CASAS DE ORACIÓN según las circunstancias lo permiten, y las usan para el Culto cristiano con reverencia. (I Cor. 3.16; 6.19-20, Hechos 17.24, Ef. 3.21, Mateo 21.18, Sal. 84.2; 100.4, Heb. 12.27-29. (Cfr. Art. 124)
Art. 41. XI. EN CUANTO A LOS ÁNGELES Y LOS DEMONIOS.
11.1     Origen y naturaleza de los Ángeles. Los ángeles son seres sobrenaturales o celestiales, creados por Dios. Son seres espirituales. Son algo mayor en dignidad que los hombres. Los ángeles no se casan. (Sal. 148.2-5, Heb. 1.15, Gén. 1.31, Judas 6).
11.2     La Actividad de los Ángeles. Los ángeles están en la presencia de Dios adorándole y sirviéndole de continuo. Los ángeles son enviados por Dios para dar ministración y ayuda a los cristianos. Los ángeles no deben ser adorados. (Apoc. 5.11-12, Sal. 103.20; 148.2, I Rey. 13.18, Dan. 6.22, Mat. 1.20; 4.11, Heb. 1.7, Apoc. 19.10).
11.3     Arcángeles, Querubines y Serafines. Los arcángeles son príncipes de ángeles. Los querubines son celestiales de aspecto humano y animal, con alas. Sus rostros son semejantes a los del león, buey, hombre y águila; y son guardianes de Dios. Los serafines son seres celestiales que está de pie ante el trono de Dios. (I Tes. 7.46, Judas 9, Daniel 10.12-13, Gén. 3.24, Ex. 25.18-22, Apoc. 4.6, Is. 6.2 y 6).
11.4     Satanás, su origen y destino. Satanás es una criatura de Dios que se reveló y fue arrojada del cielo, apoderándose de este modo por la desobediencia de Adán; pero Jesucristo ya le venció en el Calvario y un día Jesucristo mismo lo lanzará al lago de fuego. Satanás tienta a los cristianos tratando que las almas se pierdan y procura destruir la obra de Dios. (Ez. 21.12-17, Luc. 4.2, Gén. 3.15, Job. 1.6, Zac. 3.1, Apoc. 1.29, Luc. 22.31, Mat. 25.41, Apoc. 20.1-3; 20.7-10).
11.5     Los demonios. Los demonios son ángeles que cayeron de su estado de inocencia. De entre ellos, uno están encarcelados y otros sueltos bajo el control de Satanás, sus principados, potestades y gobernadores. Los demonios se oponen a Dios tratando de anular su voluntad y frustrar sus planes. (Mat. 6.15, Luc. 10.17, Ef. 6.10-12, Luc. 8.31, Apoc. 9.1-11; 20.1-3).
11.6     Acción Demoniaca. Hay opresión y posesión demoniaca. Los cristianos pueden ser oprimidos pero nunca poseídos. Los demonios toman posesión de personas provocándoles males como ceguera, insania, mudez, y manía suicida. Los demonios tratan de hacer a los cristianos en todo tipo de pecado y les oprimen con enfermedad, depresiones, angustias, desánimo y ceguera espiritual. (Mat. 12.22, Luc. 8.26-36, Mat. 9.32-33, Ma. 9.22).
11.7     Autoridad Espiritual. Los cristianos han recibido de Jesucristo la autoridad para echar fuera a los demonios y libertar así a los endemoniados. Los cristianos también tienen autoridad para deshacer operaciones y destruir fortalezas del diablo. (Mar. 16.17, Luc. 9.1, Juan 3.8, Col. 2.13-15, Rom. 16.20, II Cor. 10.4, Hech. 10.38).
Art. 42. XII. EN CUANTO A LA ESCATOLOGÍA.
12.1.       El Lugar de los Muertos. Cuando un creyente muere, su espíritu va de inmediato al cielo para encontrarse con su Señor. El cuerpo de los cristianos será glorificado, transformado e incorruptible. (Luc. 23.39-43, I Cor. 15.51-52, I Tes. 4.13-17, Fil. 1.23).
12.2.       El Rapto de la Iglesia. El rapto de la Iglesia es inminente y representa la más grande esperanza de los cristianos. Jesucristo vendrá hasta las nubes y los muertos en Cristo resucitarán primero, luego los vivos seremos transformados en un cerrar de ojos y juntos subiremos a recibir al Señor. (I Tes. 4.16, I Cor. 15.51-52, Fil. 3.20-21, Heb. 9.28, II Pedro 3.10, Juan 14.3-4, Apoc. 1.7).
12.3.       La Gran Tribulación. La Gran Tribulación acontecerá después del RAPTO DE LA IGLESIA. Será tiempo de juicio para los cristianos apóstatas, los judíos y el mundo impío. Su duración será de 7 años, en los cuales el Anticristo reinará con el poder de Satanás, siendo ayudado del Falso Profeta. (Dan. 12.1, Mat. 24.21, Apoc. 7.14, Daniel 9.27, Apoc. 6.1-17, II Tes. 2.7-10, Apoc. 149.19-20; 20.10).
12.4.       Armagedón, Milenio y Juicio Final. Jesucristo vendrá por segunda vez a la tierra con poder y gran gloria, y en el Armagedón vencerá a las huestes del mal, al término de su reino milenial en la tierra. Después del Armagedón, Jesucristo hará el Juicio Final a todos cuantos no fueron salvos por su gracia. (Apoc. 16.16, Hech. 1.11, Apoc. 1.7, Zac. 12.3-13, Apoc. 202.3; 20.10-15, Juan 5.29).
12.5.       Cielos Nuevos y Tierra Nueva. En el día del juicio de los hombres impíos, los cielos actuales pasarán con grande estruendo y la tierra será quemada. Los cristianos esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia, porque el tabernáculo de Dios estará con nosotros. (II Pedro 3.7-13, Apoc. 21.1-7, Is. 65.17).