Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez con Su hijo Addi, quien actualmente es el mejor baterista de la ICM |
“No rehúses corregir al
muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá”
Proverbios 23.13
INTRODUCCIÓN
Juana López Arismendi es una mujer que ha tenido una
serie de luchas intestinas con sus hijos. Tiene dos varones y una hija. Pero
ella misma dice que no sabe cuál de los tres le ha causado mayores problemas.
Una mañana como a las 7 AM sonó el teléfono de mi
oficina, y me dispuse a contestar: “Gracia y paz…Filadelfia a sus órdenes”
pero al principio lo único que podía percibir en el auricular eran sollozos con
un profundo dolor. Después de un momento, finalmente pude escuchar a Juana. Me dijo algo como esto: “Mire
señor, yo no soy de esa congregación, pero mi vecina que acude allá, me ha dado
el teléfono y me dijo que cuando se me ofrezca, que los pastores pueden darme
un consejo.. ”
La escuché con atención. Esa noche no había dormido
nada. Su hija Eunice de 16 años, como otras veces, no llegó a la casa habiendo
salido de la escuela a las 3 de la tarde. Se había ido a una fiesta y regresó,
a las 3.20 de la mañana. Juana se encontraba en la sala angustiada en espera de
la hija. Cuando Eunice entró a la casa toda ebria, su madre le dijo: “Hija,
¿por qué me haces esto? Mira la hora que es, y yo te estoy esperando, no he
dormido, tengo que irme temprano a trabajar”
La única respuesta de Eunice a gritos, fue: “Vieja fodonga, ya me tienes harta con tus
sermones…me voy de esta casa, y no vas a volver a verme” y se fue a la
calle azotando la puerta.
Desde esa hora Juana, madre de Eunice, estuvo llorando
hasta que la vecina vino a verla porque sus sollozos se escuchaban de lejos. Y
le aconsejó que me llamara. Tuve un par de entrevistas con Juana. Descubrí que
era muy débil de carácter. Su mayor angustia era haber cometido un error al
reclamarle a su hija la hora de llegada.
Me contó que sus hijos entran y salen a la hora que
quieren de la casa, que nunca le avisan cuando o a qué hora regresarán. Nadie
de ellos colabora con ella en casa para el aseo, o con dinero para el sustento.
Ella se encontraba muy cansada de tanto trabajar y luego venir a la casa a
hacer todo el quehacer.
No ha cambiado mucho la naturaleza humana desde los
días de Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego, quien dijo: “Los
jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su
comida, y le faltan al respeto a sus maestros”.
UN DIAGNOSTICO DEL
PROBLEMA
Quita el nombre de Juana y de Eunice, pon allí el de
los padres que quieras, y el nombre de los hijos que quieras. Descubrirás algo.
El problema de la falta de control de los padres sobre los hijos es
abrumadoramente predominante en las familias de este Continente Americano.
Por mi ministerio he estado en 26 países del mundo, en algunos de ellos,
donde doy cobertura apostólica
a ministerios e iglesias, he tenido
mayores oportunidades de ver cómo viven las familias. El cuadro es desolador.
De allí la importancia de que los pastores redefinamos los objetivos de nuestra
predicación y nuestra enseñanza.
Si solamente hubiera hogares incoversos en donde los
hijos son rebeldes, desobedientes, desordenados, perezosos, y groseros, sería
triste; pero más triste resulta ser que padres cristianos no tengan la
capacidad de poner orden en la vida de sus hijos.
TESTIMONIO
PERSONAL
Francesco Alberoni nació en 1929. Alberoni está entre
los pocos periodistas que escribe un editorial en la primera página del Corriere della Sera, el más prestigioso
periódico italiano. Desde 1982 escribe cada lunes un editorial de cuatro
columnas titulado “Pubblico e Privato” (“Público y Privado”). Desde 1973, el
Corriere della Sera publica los artículos de Alberoni. Freancesco Albenori
escribió: “Un amigo es la persona que nos muestra el rumbo y recorre con nosotros
una parte del camino”. Que frase tan oportuna para que los padres de
familia reflexionemos en nuestro privilegio de ser amigos y guías de nuestros
hijos. Sin embargo para que esta declaración de Alberoni sea efectiva en
nuestra relación padres/hijos, se requiere que los padres tengamos una escala
de valores auténtica. Que lo que decimos concuerde con lo que vivimos. Pues
nuestros hijos son nuestros jueces más severos.
Durante la Guerra de Vietnam (1958-1975), Robert
Kiyosaki participó como oficial piloteando un helicóptero de artillería y
ganando la condecoración "Air Medal" por su desempeño. Y él afirmo: “La
cosa más importante con la que un padre puede comenzar es el desarrollo y la
protección de las percepciones que su hijo tiene de sí”. Sin embargo
eso no es posible sin tener un punto de referencia. Y el punto de referencia de
un hijo debiera ser su padre, su madre.
Cuando ante nuestros hijos mostramos flaquezas
morales, una conducta indigna y falta de claridad en nuestras metas; ellos se
sentirán confundidos y desalentados. No
así, cuando los padres son victoriosos sobre el pecado, tienen un sano auto
aprecio, y son capaces de vivir con libertad, esperanza y ministrando el amor
de Dios por todas direcciones.
La Biblia lo pone en una sola frase. Romanos 11.16
dice: “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la
raíz es santa, también lo son las ramas.” Si los padres tienen una
santidad de vida, seguramente tienen asegurado el respeto y la admiración de
sus hijos.
IGNORANCIA DE LA
PALABRA
Uno de mis maestros en la UNAM nos dijo: “Cuando
era joven tenía cinco teorías para crear a los hijos, y ahora tengo cinco hijos
y ninguna teoría” Pero afortunadamente para los cristianos, tenemos ese
Libro de los libros, la Biblia, que tiene el consejo infalible. He aquí,
algunos rayos de luz para nuestro universo familiar que cruza por una noche
oscura:
1)
CORREGIR AL
HIJO: Dios nos da a los padres seis años de oportunidad para que les
enseñemos a nuestros hijos a obedecer, a reconocer que hay una autoridad en el
hogar y que hay que estar sometidos a dicha autoridad. Tengo dos nietas
pequeñas, Joselin de casi cuatro años y Shalom de casi tres. Son nuestro actual
laboratorio de amor para demostrar a nuestros discípulos que es posible
enseñarles a los niños a amar a sus padres, a obedecerlos y respetarlos.
Dice Proverbios 13.24: “No corregir al hijo es no
quererlo; amarlo es disciplinarlo.” La Apóstol Esther y yo, amamos a
nuestras nietas con todo nuestro corazón, Las abrazamos, les echamos porras por
sus logros, las premiamos cuando comen bien y correctamente todo lo que se les
da. Pero el el momento en que alguna de ellas manifiesta un reto abierto a la
autoridad de sus mayores, inmediatamente aparece la voz severa, y la actitud
firme de hacer que ellas obedezcan sin discusión y sin dilación la orden que se
les está dando,
La primera trampa de nuestros niños es llorar. Eso no
debe inmutarnos. Es mejor que ahora lloren por corregirlos y no que lloren en
una Penitenciaría en su vida adulta por no haber sido corregidos.
Así que, si no corriges a tus hijos desde su temprana
edad es porque no los quieres. Si los disciplinas, entonces es que los amas.
Me dijo en esta semana un padre de familia que tiene
problemas con sus dos hijos varones de 18 y 17 años de edad: “Yo no
tuve padre y sufrí mucho, y yo no puedo hacer sufrir a mis hijos”. Le
felicité por su corazón de oro para tratar de hacer felices a sus hijos. Le
dije que los padres vivimos para proteger a nuestros hijos, procurar que sean
felices, pero si hay focos en rojo en la conducta de sus hijos, es momento de
rectificar algunas tácticas para tratar con ellos.
2)
DISCIPLINAR viene del
Griego ( paideuo), que
literalmente significa instruir a niños, enseñar. Veamos algunas aplicaciones
en el Nuevo Testamento:
Hebreos 12.6-10 dice:” Porque el Señor al que ama,
disciplina. Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina,
Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,
entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos
mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por
pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que
nos es provechoso, para que participemos de su santidad”
Muchas veces, por nuestras múltiples ocupaciones,
dejamos pasar algunos detalles en la vida de nuestros hijos que si los corrigiéramos
oportunamente, nos evitarían fuertes dolores de cabeza. Tal como lo afirmó
Benjamín Franklin, (1706-1790.)
Estadista y científico estadounidense. “La felicidad humana generalmente
no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino
con pequeñas cosas que ocurren todos los días.”
Por supuesto, ningún consejo supera el consejo de
Dios. Efesios 6.4 dice:” Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a
vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Proverbios 23.13-14 dice: “No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara y librarás su alma del Seol”
3) ESTORBAR AL PERVERSO
Muchas veces, los padres nos hemos convertido al
evangelio cuando nuestros hijos ya son jóvenes o adultos, entonces resulta muy
difícil, en algunos casos, traerlos a los pies de Cristo, o imponerles una
disciplina cristiana. Sin embargo, en esos casos extremos, lo menos que podemos
hacer los padres es estorbar el pecado de nuestros hijos.
Cuando encuentro a una madre que dice:“Mis
hijos no quieren nada con Dios, pero yo todo lo dejo en las manos del Señor”
con mucha energía suelo decirles: “No señor. Usted no puede delegar en Dios la
responsabilidad de formar a sus hijos. Ese es su trabajo, esa es su
responsabilidad, ese es su privilegio”
Lo menos que pueden hacer los padres de muchachos que
manifiestan ser rebeldes y perversos es lo que no hizo Eli y que debió haber
hecho. Dice I Samuel 3.11-13: “ Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una
cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo
cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el
principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por
la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los
ha estorbado.”
CONCLUSION
Nunca es tarde para principiar de nuevo. Y tratándose
de la formación y corrección de nuestros hijos, padres, nunca teman ejercer la autoridad
delegada de Dios sobre sus hijos. Porque si hacen las cosas conforme a la
voluntad de Dios, sus hijos serán joyas preciadas para adornarles en su vida,
particularmente en su senectud.