Profeta Daniel Rodríguez Zavala, actual SECRETARIO DE LA OFICINA APOSTÓLICA en la COMUNIDAD CRISTIANA FILADELFIA a nivel internacional. |
Cuando vemos la historia del Apóstol Pedro, el auténtico, el de la Biblia; y leemos las fantasías mitológicas de cómo dice la religión católico-romana que era el Pedro de la leyenda pagana, encontramos un divorcio abismal entre ambos personajes. Son dos Pedros. El real, el histórico, el que podemos leer en las Escrituras, y el mítico, fantástico, grotesco y burdo de la religión Romana.
Veamos algunos rasgos importantes del Pedro de la Biblia:
I. El Pedro de la Biblia era Casado
No era célibe, tenía a su esposa, por eso tenía suegra, Mateo 8.14-15 dice:
“Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y les servía”
Pedro, además de haber sido padre de familia y un varón responsable, como yerno fue muy amoroso con su suegra, pues la tenía viviendo en su propia casa. Por eso sus consejos sobre el matrimonio de I Pedro 3.1-7 son de valor trascendente. Entre tanto que el Pedro mitológico es célibe, porque según la doctrina neo-platónica, de ese modo es más santo y digno del ministerio. Como creen los curas que lo son, por no tener esposa.
II. Pedro vivió una vida modesta
Un día, Pedro subió con Juan al templo, a la hora de la oración. Un cojo de nacimiento les pidió una limosna. Dice Hechos 3.6, que Pedro después de buscar en sus bolsillos dijo:
Papa Juan XXIII portando la tiara papal |
Esto implica, que el Pedro de la Biblia carecía de sobrados recursos económicos.
Al Papa León X, en cuyas manos estalló la Reforma del Siglo XVI se le atribuye la poco afortunada frase: “Gocemos de este papado que el Señor Dios nos ha dado”, después de mostrar sus tesoros al hermano de Alberto de Maguncia, Arzobispo alemán.
Sede del Banco Ambrosiano en Milan, Italia |
III. Pedro Jamás aceptó la Veneración
Dice la Palabra en Hechos 10.25-26:
“Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre”
¿Tendría Cornelio aparentes motivos espirituales para adorar al Apóstol Pedro? Parece ser que él creía tenerlos. Cornelio era gentil. En su contexto cultural estaba acostumbrado a adorar al César. Así que para él no era ajeno adorar a un hombre. Por otro lado, si un ángel del cielo viene a ordenarle que mande llamar a Pedro y que este le traería el mensaje de salvación, por supuesto, que Pedro debiera ser alguien muy especial. Y lo era. Pedro era lavado con la Sangre del Cordero y llamado a ser Apóstol de Jesucristo.
Pero de allí, no hay fundamento alguno para que Pedro fuera adorado, y mucho menos que Pedro deseara o aceptara dicha adoración.
Cuando Cornelio sale a recibirle y le adora, Pedro sin titubeos ni ambages lo levanta de inmediato. Y le declara de manera categórica:
‘Levántate, Pues yo mismo también soy Hombre’
Este es el Pedro real, el histórico, el que menciona la Biblia.
Compárese esta procesión egipcia, con la pompa papal. Esta es la lámina 76, volumen VI, de la Obra clásica ‘Egypcians’, de Wilkinson. |
Juan XXIII del siglo XX, llevado en procesión a la Basílica de San Pedro. [Recuérdese que hubo otro Papa con el mismo nombre de Juan XXIII cuando gobernaban a la vez tres diferentes Papas dentro del Romanismo. Juan XXIIII (1410-1415) ¿Su nombre? Baldassare Cossa. Mientras éste gobernaba en Pisa, Gregorio XII era Papa en Roma y Benedicto XIII en Avignon. Los tres se anatomizaban y se hacían llamar legítimo sucesor de Pedro mientras maldecían a los otros como anticristos e hijos del Demonio. Los tres fueron depuestos por el Concilio de Constanza.
Ahora, el Pedro mitológico, el espurio, el que ha construido la religión católico-romana con tantas leyendas, mitos, cuentos y hechos imaginarios, tiene sed de adoración. Nada alimenta más el ego papal que esas denigrantes transmisiones televisivas en que un gobernante recibe al Papa en el aeropuerto y se arrodilla ante él para besarle el anillo papal. Cosa que afortunadamente ya no sucede con la mayoría de los gobiernos católicos de Europa. El corazón del anticristo se solaza con esa adoración pública.
Sin embargo, la mayoría de los católicos ignoran que cuando el conclave cardenalicio elige al nuevo papa, lo primero que sucede es una serie de adoraciones que se le hace al nuevo pontífice en secreto, aún antes de que por la chimenea salga humo blanco y se dé el pregón “Habemus Papam”.
Tan pronto es electo el nuevo papa se le pregunta si acepta el cargo. Y luego se procede con él así:
- Se le sienta en el Altar mayor de la Basílica de San Pedro y todos los cardenales pasan a adorarlo de rodillas, uno por uno.
- Se le lleva en procesión alrededor de la basílica, cargado en hombros, como se hace con los ídolos mudos en las fiestas patronales.
- Se le sienta en el trono de San Pedro. Y cardenal por cardenal, para frente a él, se arrodilla y le besa el anillo pastoral, profesando absoluta sujeción y veneración.
¡Qué contraste entre el Pedro histórico de la Biblia con el Pedro mitológico de la religión romana!