Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez y sus discípulos ministeriales en la Facultad Evangélica de Teología. |
Cada
siervo de Dios que pertenezca a la COMUNIDAD CRISTIANA FILADELFIA, se obliga
delante de Dios y de su pueblo a observar rigurosamente las siguientes normas
de conducta:
1. Es
tu responsabilidad constante, tener cuidado de ti mismo y de la doctrina.
Vigílate estrechamente de no ser arrastrado por los deseos de la carne, los
deseos de los ojos o la vanagloria de la vida. Ten un tiempo diario a solas con
Dios.
2. Debes
vivir íntegro, irreprochable, incuestionable. Debes ser ejemplo de los que
están bajo tu cuidado. Procura con diligencia vivir sin mancha de escándalos o
acusaciones.
3. Honra
tu ministerio, guardando buen testimonio entre los discípulos de tu comunidad,
también ente tus vecinos inconversos.
4. Lleva
una vida ordenada. Debes ser modesto, respetuoso y honorable. Que tu disciplina
personal sea de que tu pueblo te imite.
5. En
cuanto a tus hábitos alimenticios, sé sobrio, templado, grave. Se cuidadoso de
tomar las viandas que sean de mayor provecho para tu organismo. En cada comida
toma lo necesario. Se circunspecto y evita la gula. En cuanto a las bebidas
alcohólicas se un abstinente perfecto. Se pulcro en tu vestir.
6. Con
la gracia del Espíritu Santo, se dueño de ti mismo. Un anciano tiene la
capacidad de controlarse en todas las circunstancias. Evita el gozo inútil de
tus sentidos o tu imaginación.
7. Ante
tu prójimo manifiesta siempre un juicio sano, sé realista, ecuánime. Evita los
pensamientos fantasiosos. Pronuncia siempre proclamaciones de fe que tengan
respaldo escriturario.
8. Camina
todos los días de tu vida honrada y rectamente delante de Dios y delante de los
hombres. Espera siempre en tu Señor. Jamás te quejes con la gente de tus
carencias, ni pidas directa o indirectamente para ti cosas o alimentos.
9. Como
hombre de Dios, debe ser devoto y agradable a tu Señor, y oponerte a toda obra
injusta, corrupta o contaminada por el espíritu de este siglo.
10. Procura
rodearte de personas, actividades, pensamientos y cosas buenas. Se afecto de lo
bueno.
11. En
todas las oportunidades que tengas de hospedar en tu casa a la gente, hazlo con
toda solicitud; minístrales mientras están contigo y llénales de cuidados y
atenciones.
12. Aún
con quienes tengan para ti un trato áspero o impropio, muéstrate siempre
agradable, equitativo, moderado, bondadoso y tierno.
13. Que
todos te conozcan como un hombre pacífico. No presumas llamarte siervo de Dios
si hay en ti actitudes contenciosas y agresivas.
14. Como
siervo de Dios debes tener cuidado de no ser irascible, irritable o inclinado
al enojo cuando te contradigan, cometan contigo una injusticia o las cosas no
salgan como tú esperabas.
15. Evita
dar una imagen de ser un pendenciero. Sé ajeno a todo alboroto. Jamás abuses de
la bondad de quienes miran en ti a un ungido de Jehová.
16. Como
siervo de Jesucristo, jamás debes obtener dinero deshonestamente. Evita en lo
posible obtener dinero prestado, o adquirir cosas a crédito sin tener la
certeza de pagarlas oportunamente.
17. Jamás
codicies las posesiones de nadie. El alto privilegio que has recibido de Dios
demanda un alto precio: Jamás tengas amor por el dinero o la acumulación de los
bienes terrenales.
18. Como
anciano, debes mostrar tu espiritualidad siendo flexible con tus consiervos;
sumiso a los ministerios que te presiden en el Señor buscando agradar a Dios
con una actitud siempre moldeable y receptiva. Jamás te muevas dominado por un
interés propio o pasa satisfacción propia. En todo busca honrar a Dios evitando
el egoísmo y la arrogancia.
19. Que
tu trato con las mujeres sea con toda pureza. Particularmente con las mujeres
jóvenes, sé prudente y parco. Jamás visites a una mujer en su hogar si se
encuentra sola; si hubiera urgencia de hacerlo, hazte acompañar de tu esposa o
de alguna anciana venerable.
20. El
obispo únicamente puede tener una sola esposa. Si te sientes inclinado a formar
tu hogar, hazlo en el temor del señor, y al hacerlo usa de sabiduría y
santidad.
21. Si
has formado un hogar, debes presidir a tu esposa y a tus hijos en su vida
espiritual, en su formación, en sus finanzas. Debes hacerlo con cuidado y
diligencia de manera excelente. Enséñales a caminar en el orden de lo
sobrenatural.
22. Como
siervo de Dios, debes pugnar en todo tiempo porque tus hijos están bajo tu
control, en toda obediencia y sumisión, cultívate con ellos en los mejores
libros.
23. Procura
por todos los medios dignos a tu alcance que tus hijos, de tenerlos, sean
fieles, dignos de confianza, llenos de fe; que vivan bajo el Señorío de
Jesucristo.
24. Es
requisito para que continúes ejerciendo tu ministerio, que tus hijos no estén
bajo acusación criminal, o de vivir desenfrenadamente. Que tus hijos se
distingan por ser respetuosos del gobierno civil, de las leyes del país y de la
autoridad espiritual de la Iglesia.
25. Sé
retenedor de la Palabra. Obtén cada día un conocimiento más profundo de las
Palabra del Señor. Por encima de todos los buenos libros que estudies, satúrale
de la Palabra.
26. Debes
mostrar a cada paso tu habilidad para enseñar. Como siervo, eres un maestro.
27. Muéstrate
siempre poderoso en el Señor y en las Escrituras de modo que puedas animar y
convencer a quienes sufren tropiezos. Que fluya en ti la habilidad de exhortar.
28. Redime
el tiempo. Evita el ocio. No te ocupes en futilidades. En todas tus diligencias
invierte únicamente el tiempo estrictamente necesario. Sé cumplido con tus
compromisos.
29. Busca
el rostro de Dios de manera que Él te equipe y perfeccione al grado de ser un
cristiano maduro. Nunca actúes como recién convertido, sino como un varón de
Dios.
30. A
pesar de tus lágrimas y tentaciones, sirve con temor y temblor de continuo al
soberano y Augusto Dios.
31. Jamás
te espantes o acobardes por los peligros, aun cuando fueras degollado sé un
vencedor. Desecha toda actitud de venganza. Intercede intensamente por tus
enemigos.
32. Condúcete
con seriedad. Desecha las bromas y las conversaciones necias. Di únicamente la
palabra que sirve para edificar la fe de los santos. Contesta siempre tus
cartas.
33. De
día y de noche debes estar alerta para que el lobo rapaz no arrebate de ti una
sola oveja. Recuerda que el rebaño ha sido comprado con la Sangre de
Jesucristo.
34. Jamás
creas y mucho menos propagues algo mal de nadie. Mantente misericordioso y con
una actitud positiva y caritativa hacia tus semejantes. Recuerda que la
misericordia triunfa sobre el juicio y corrige el pecado con misericordia
también si eres juez, colócate en principio del lado del acusado.
35. Cuando
tengas algo que decir de alguien, habla con él franca y abiertamente; pero no
hables a sus espaldas, porque dada tu investidura espiritual si tal haces, tu
palabra será una carcoma.
36. Ejercítate
en confrontar a todos los discípulos bajo tu cuidado con sus actitudes o su
conducta que a tu juicio sean indignas. Hazlo en la primera oportunidad que
tengas.
37. Tu
ministerio es hacer discípulos para Jesucristo. Hazlo de corazón e invierte
todas tus fuerzas en esta labor. No te conformes con cumplir tu agenda de
predicación y administración, sino procura que por tu ministerio se conviertan
y se arrepientan el mayor número de pecadores; y una vez convertidos discípulos
para que maduren.
38. Si
ministras con nosotros en la Mies del Señor, debes estar dispuesto a hacerlo
bajo la dirección de los ministerios ungidos que nos presiden en el Señor.
Deben aceptar con agrado la asignación que se te confiera donde y cuando a
juicio de los ministerios fundamentales mejor conduce la iglesia de Dios y al
adelante del reino de Jesucristo.
39. Como
siervo de Dios en la Iglesia Cristiana de México, debes observar
escrupulosamente todas las normas, prescripciones y órdenes que recibas de los
apóstoles y profetas, o bien que estén contempladas en el Perfil Doctrinal. Hazlo
poniendo toda tu diligencia, tus habilidades y tu juicio sano.
Amado
hermano: No importa a cual grupo cristiano evangélico pertenezcas, estas normas
serán de bendición para tu vida si las observas. Dichas normas me las dio el
Señor en un ayuno parcial de 40 días que realicé en la Cd. De Querétaro Qro. Y
hasta el día de hoy siguen siendo para mí mismo, un reto, una norma y un motivo
de aliento para servir al Señor.