Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez en un día de renovación de pasto con Dios en Filadelfia GAM |
Desde los días de Constantino el Grande quien vio en el Cristianismo el cemento para la unidad de su imperio, el Catolicismo Romano es una simbiosis en el que no se sabe donde principia su naturaleza religiosa y dónde termina su naturaleza política.
La mafia vaticana ha logrado que cuando al lider de Roma le conviene es el "sumo pontífice" pero cuando ese título no le sirve entonces es "el jefe del Estado Vaticano" que tiene que ser recibido por presidentes y reyes, siendo que como jefe de estado representa a unos mil ciudadanos con que cuenta el mini mini estado vaticano.
El Clímax del poder papal en la Edad Media llegó de manera inesperada, cuando el obispo de Roma se veía acechado por los pueblos bárbaros que irrumpieron en el Occidente.
|
Papa Inocensio III |
|
En 770, Carlomagno se casa con la hija del rey Lombardo Desiderio en 770.
Al morir Carlomán, en el 771, Carlomagno se apodera de los dominios de aquél y contrae nuevas nupcias con Hildegard, habiendo repudiado a la hija de Desiderio.
|
Uno de los aspectos trascendentes del reinado de Carlomagno es el inicio de la conquista de los sajones, imponiéndoles la religión católico-romana en 775.
Otra gran hazaña de Carlomagno fue, el haber combatido a los musulmanes en la Peninsula Ibérica desde 778: En un principio tuvo que retirarse derrotado sin lograr tomar Zaragoza y con su retaguardia destruida en Roncesvalles pero años después gracias a su paladín Guillermo de Tolosa creó el territorio fronterizo denominado Marca Hispánica.
Previo al gran paso para ser nombrado Emperador, en el 796 conquistó, por medio de su paladín Eurico, el territorio ávaro. Convirtió a Aquisgrán en la capital de su Imperio y estableció definitivamente en ella a su corte, después de emplearla como tal desde dos años antes.
En el año 800, el Papa León III lo corona en Roma emperador de los romanos. Carlomagno continuó la política de su padre Pipino el Breve de alianza y defensa del Papado. En el caso de Carlomagno, a las razones políticas para ello se agregaba su auténtico convencimiento sobre las bondades de un Imperio cristiano en el cual el Emperador y el Papa colaboraban mutuamente. Todavía joven y algo inexperto en sus relaciones con el astuto Papa Adriano I, con su sucesor León III Carlomagno estableció naturalmente la supremacía del Emperador sobre el Papa.
CARLOMAGNO |
En el caso de Adriano I, Carlomagno lo sostuvo frente a los lombardos. Extasiado el Rey de los Francos con la contemplación de Roma y sus iglesias y reliquias, el habilísimo Adriano, haciendo uso del falso y famoso documento conocido como la "Donación de Constantino", lo indujo a entregar en teoría al Papado dos tercios de Italia. No obstante, la entrega de todos los territorios supuestamente prometidos nunca se efectivizó y Adriano debió contentarse con una parte, la correspondiente a la Donación de Pipino que coincidiera con el nacimiento de los Estados Pontificios. Debe destacarse que las relaciones entre Carlomagno y Adriano I fueron siempre buenas y mutuamente provechosas pues se trataba de dos personalidades destacadas cuyos fines, en el fondo, eran complementarios y ellos supieron reconocerlo.
Debemos destacar que la relación entre el Papa y el Emperador contribuyó a acrecentar grandemente el prestigio del Papado. En efecto, esta relación fue clave para acelerar enormemente el lento proceso -duró siglos- que paulatinamente fue convirtiendo al Papa, de su rol original de Obispo de Roma casi en igualdad de condiciones con los obispos de otras diócesis importantes e incluso inferior al Patriarca de Constantinopla, en jefe de la cristiandad.
A la muerte de Adriano I, su sucesor, León III, enfrentó una rebelión de las familias aristocráticas de Roma y fue depuesto. Apeló a Carlomagno, quien se apersonó en Roma con un ejército y presidió un sínodo que actuó como Juez del Papa, ya que sus detractores acusaban a León III de adulterio y de perjurio. El sínodo dio por bueno el juramento de León III de que era inocente de los cargos y lo absolvió, devolviéndole la tiara pontificia.
Lo importante de este hecho más allá de lo anecdótico es su simbología: Carlomagno actuó como Juez del Papa. Con ello, estableció la supremacía del Emperador. No obstante, al recibir la corona del Imperio de manos del Pontífice.
Carlomagno sentía verdadero interés por los temas religiosos y hasta se permitió intervenir y, más aún, decidir sobre ellos. Frente al movimiento iconoclasta que dividía a los teólogos, por un error de traducción, Carlomagno interpretó que Adriano I apoyaba la tesis iconoclasta -en realidad era exactamente al revés. Frente a ello, convocó un concilio en Frankfurt, cuyas conclusiones aprobaron la veneración de las imágenes, a resultas de lo cual Carlomagno hizo poner por escrito las conclusiones de su concilio en los Libros Carolingios.
A posteriori, Carlomagno intervino a favor de establecer que el Espíritu Santo provenía del Padre y del Hijo y no sólo del Padre, otra discusión teológica que por entonces se había suscitado. El Papa León III no pudo menos que coincidir con esta conclusión que fue la que finalmente se impuso.
Conclusión
Imperio y Papado, dejando a un lado su mutua colaboración, iniciarán -tímidamente al principio, abiertamente después- una lucha -con treguas intermedias- que consumirá las energías de ambos y culminará en el agotamiento del Imperio y el debilitamiento del poder temporal del Papado.
En 812, el Emperador de Oriente (bizantino) Miguel I lo reconoce como emperador de Occidente; en 813 designa a su hijo Luis sucesor suyo y lo corona personalmente; fallece el 28 de enero de 814 en Aquisgrán y es enterrado en la Catedral de esa ciudad.
Todavía en los días de la Reforma, el Sacro Imperio Romano tenía vigencia con Carlos V de Alemania. Y todavía era muy útil a los intereses papales.
Así que, desde entonces, el Sacro Imperio, se mantuvo como la entidad predominante en Europa central durante casi un milenio y hasta su disolución en 1806 por Napoleón I.
Con y sin el Sacro Imperio Romano, el PAPADO sigue reclamando reconocimiento mundial y se hace de la prerrogativa ante los Gobiernos del Orbe de representar a 1.181 millones de católicos, como si estos millones de ciudadanos no tuvieran un Gobierno propio distribuido en países.
La verdad es que el Estado vaticano como un ente político es impostor al pretender representar a tantos millones de ciudadanos que tienen sus propios Gobiernos como si el Papa fuera el jefe de estado de todos ellos. Falso de toda falsedad, y gobiernos de derecha como el del Panismo mexicano lo cree.
La verdad es que el Estado vaticano como un ente político es impostor al pretender representar a tantos millones de ciudadanos que tienen sus propios Gobiernos como si el Papa fuera el jefe de estado de todos ellos. Falso de toda falsedad, y gobiernos de derecha como el del Panismo mexicano lo cree.